El descalabrado rumbo que ha estado tomando México bajo el yugo de la dupla derecha-ultraderecha desde que empezó a instalarse en el poder federal en el 2006 tras unas elecciones consideradas por millones de mexicanos como un fraude electoral maquillado y sofisticado no sólo ha provocado disgusto y repulsa entre muchos de los simpatizantes del defenestrado candidato presidencial izquierdista Andrés Manuel López Obrador así como en muchos otros mexicanos que sin tener preferencias políticas específicas han terminado convencidos de que algo anda muy mal en México. También ha provocado la indignación y repulsa en algunos de los más prominentes e importantes militantes del PAN que representaban los ideales originales de dicho partido antes de que empezara a ser infiltrado y manipulado por las sociedades secretas de la ultraderecha mexicana que ya traían su agenda propia. Uno de ellos es nadie menos que Manuel Clouthier Carrillo:




quien es a su vez hijo del formidable e inolvidable político sinaloenseManuel Clouthier del Rincón, mejor conocido como Maquío, como podemos verlo en la lectura del siguiente editorial:

El Chapo Guzmán, el intocable de Calderón
Alvaro Delgado
Revista Proceso 1737
13 de febrero del 2010

Para el diputado por el PAN Manuel Clouthier Carrillo, el presidente Felipe Calderón ejerce una “narcopolítica” que ya situó a México en un punto de no retorno. Como expresión de ésta, dice el legislador federal a Proceso, en el caso de Sinaloa el cártel que encabeza Joaquín “El Chapo” Guzmán permanece deliberadamente intocado, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Colombia, donde sí se actúa contra los intereses del capo. Entretanto “Los Zetas”, rivales del narco, denuncian en narcomantas que él ha gozado de impunidad durante los nueve años de gestión panista.

Cuna de los más prominentes narcotraficantes de México, como Joaquín El Chapo Guzmán, Sinaloa padece una crisis peor que la de Chihuahua porque, debido a la negligencia del gobierno de Felipe Calderón, se ha consolidado ya como “el modelo de la narcopolítica” en el país, acusa el diputado federal del PAN Manuel Clouthier Carrillo.

“Somos la avanzada de este mugrero que se vive ya en México”, define el hijo de quien fue candidato presidencial del Partido Acción Nacional (PAN) en 1988, Manuel de Jesús Clouthier, y asegura que el contubernio de los políticos con el crimen organizado en Sinaloa, que denomina “el narcopoder”, comienza a “clonarse” en otros estados.

La razón: La “guerra” que Calderón declaró al narcotráfico, al inicio de su gestión, no existe en la entidad. Al contrario, asegura, el régimen calderonista protege al cártel de Sinaloa, que encabeza El Chapo Guzmán, fugitivo desde los primeros meses del sexenio de Vicente Fox.

“El gobierno federal habla de una guerra contra el narcotráfico que en Sinaloa no se ha visto. Se ha golpeado a todos los cárteles y no ha sido proporcional con el de Sinaloa. ¡Eso es evidente! ¡Y si nos preguntan a los sinaloenses, es más evidente!”, exclama.

Pero además, asevera, el gobierno de Calderón hace negocios en Sinaloa promovidos por la administración estatal, como la multimillonaria compra de terrenos –para un desarrollo turístico– propiedad del exgobernador Antonio Toledo Corro, en cuyo sexenio inició el auge del narcotráfico.

“Son cosas muy extrañas”, comenta.

Tras advertir que existe el riesgo de que en las próximas elecciones gane un candidato a gobernador que sea plenamente un narcotraficante, cuando de acuerdo con las encuestas más recientes el PRI tiene una ventaja de dos a uno frente al PAN, Clouthier sentencia que en Sinaloa se está llegando “a un punto de no retorno”.

Y explica: “El punto de no retorno será cuando el costo de combatir al crimen organizado y a la corrupción que genera sea más alto que el costo de tenerlo. Y cuando el costo de combatirlo sea más alto que el costo de tenerlo, nadie le va a entrar”.

Harto de promesas incumplidas y de la arrogancia gubernamental, el diputado federal responsabiliza directamente al presidente Felipe Calderón de no atacar la narcopolítica en Sinaloa –en la cual incluye al gobernador priista Jesús Aguilar Padilla–, y anticipa:

“Eso significa que nos va a costar a los sinaloenses generaciones enteras, porque un cabrón irresponsable –y digo irresponsable porque es su responsabilidad– no tuvo el tamaño de hacer lo que le correspondía por mandato.

El mismo analista escribió poco tiempo después lo siguiente:

La represión del cabrón irresponsable
Alvaro Delgado
Agencia APRO
22 de febrero del 2010

En un país donde la clase política idolatra la mentira, valor supremo de toda componenda, decir la verdad es blasfemia.

Y eso fue lo que ocurrió con el diputado federal Manuel Clouthier Carrillo, contra quien el gobierno de Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional (PAN) activaron, en una estrategia conjunta, un desproporcionado embate para censurarlo y someterlo.

¿La razón? Denunciar públicamente, en una entrevista periodística con este reportero y publicada en el semanario Proceso, que la “guerra” contra el crimen organizado no ha llegado a Sinaloa, cuyo cártel, encabezado por Joaquín El Chapo Guzmán, goza de la protección institucional del gobierno federal:

“El gobierno federal habla de una guerra contra el narcotráfico que en Sinaloa no se ha visto. Se ha golpeado a todos los cárteles y no ha sido proporcional con el cártel de Sinaloa. ¡Eso es evidente! ¡Y si nos preguntan a los sinaloenses es más evidente!”

No sólo eso, sino que Clouthier --ajeno a los recovecos de los políticos del altiplano y con el lenguaje claridoso de los norteños-- se refirió directamente a Calderón por no atacar la “narcopolítica” en Sinaloa:

”Eso significa que nos va a costar a los sinaloenses generaciones enteras porque un cabrón irresponsable --y digo irresponsable porque es su responsabilidad-- no tuvo el tamaño de hacer lo que le correspondía por mandato.”

Aunque la revista Proceso comienza a circular la noche del sábado, para los suscriptores, el domingo comenzaron a cobrar dimensión las palabras del empresario que fue, durante tres lustros, director del diario El Noroeste, de Culiacán, Sinaloa, e hijo de Manuel Clouthier del Rincón, candidato presidencial del PAN en 1988.

Ese mismo diario sinaloense y otro de la Ciudad de México, La Razón, siguieron la información publicada por el semanario y hablaron con el legislador que ratificó, como en decenas de entrevistas más en casi todos los medios, la médula de su afirmación.

Es decir, que el crimen organizado en Sinaloa cuenta con la protección institucional, a tal punto que existe la posibilidad real de que sea gobernado por un narcotraficante, y este modelo está siendo “clonado” en otras entidades del país. Por eso, dijo, el caso Sinaloa es peor aún que el martirio de Chihuahua, particularmente Ciudad Juárez.

El aludido, lastimado en su sensibilidad por ser exhibido como un “cabrón irresponsable” por el hijo del prócer panista, montó en cólera y, desde el fortín militar que habita transitoriamente, emitió la orden de escarmentar al insolente. Y se activaron los mecanismos de represión.

Los cortesanos de Los Pinos, incluido César Nava, creyeron que con el vapuleo contra Clouthier podían, además, “matar” el escándalo por el deleznable pacto de Fernando Gómez Mont con el PRI para aumentar impuestos a cambio de la orfandad electoral del PAN, que había escalado hasta exhibir a Calderón como inepto, mentiroso y sin palabra.

La estrategia, que fundió al gobierno y al PAN en uno solo, salvó a Nava de aclarar su conocimiento y responsabilidad en el arreglo con el PRI, como afirmó Gómez Mont, y con esta lógica de facción ordenada por el déspota se llegó al extremo del ridículo.

Inició la ofensiva nada menos que el próximo exsecretario de Gobernación, quien exhibió, en una carta que envió el miércoles al semanario, un amasijo de números para dar credibilidad a su aserto de que el gobierno federal combate a todas las bandas por igual.

Le siguió la diligencia y diputación del PAN: No sólo se amenazó a Clouthier con deponerlo como diputado federal si no reculaba, sino que el CEN “desautorizó” sus declaraciones, como si se tratara de un militante, que no lo es, y desconociendo lo que establece el artículo 61 constitucional, que establece que los legisladores no pueden ser reconvenidos por sus opiniones.

La ofuscación de Calderón que activó el embate contra Clouthier ha tenido ya respuesta: El legislador no sólo no se ha desdicho, sino que inclusive ha anunciado que se reafiliará al PAN, en el que dejó de militar en 1994, “cuando tenía chiste ser panista, es decir, cuando era ir en contra de todo el establisment, cuando era un panismo generoso, de entrega, y no un panismo de oportunidad en el poder”.

De hecho, en la entrevista con el reportero, había anticipado que podría haber represión: “Si es real que se me está aplicando un castigo, se equivocan: No voy a aprender con esos castigos. Si alguien cree que con eso van a someterme, se equivocan.”

Advertía: “Primero, tengo una escuela que aplica una tesis distinta y lo decía Maquío. Habemos gentes que somos como los toros de lidia: entre más nos pican más embestimos. Segundo, gozo y amo mi independencia y mi libertad. Y tercero: soy un convencido que aun con todas mis limitantes, algo tendré que aportar.”

Y de plano anticipaba: “No sé tragar mierda sin hacer gestos. Me cuesta mucho callar.”

Como parte de la respuesta oficialista dada a las graves acusaciones del hijo de uno de los más distinguidos panistas tradicionales que hayan pasado por las filas del PAN, acusando al gobierno de Felipe Calderón de estar protegiendo al Chapo Guzmán, el mismo 22 de febrero del 2010 el gobierno de México hizo algo que nunca antes había hecho al anunciar el arresto de uno de los más importantes hombres de “El Chapo” Guzmán, José Vázquez Villagrana, “El Jabalí”, presunto operador del “Chapo” Guzmán para el trasiego de cocaína de Centroamérica hacia Estados Unidos, detenido por la Policía Federal en Sonora. Esta oportunísima detención se concretó en Santa Ana, dizque como resultado de un prolongado operativo derivado de las indagatorias iniciadas tras el aseguramiento de un arsenal en abril del 2009 en la misma ciudad. Felipe Calderón daba así triunfal respuesta a las acusaciones del Diputado Clouthier de estar dándole protección al “Chapo” Guzmán, una acusación por la cual en otros países el Presidente sería depuesto de inmediato por las Fuerzas Armadas.

Queda, desde luego, una hipótesis más terrible, la de que haya sido el mismo “Chapo” Guzmán el que entregó a “El Jabalí” para su detención, sacrificándolo a fin de darle una oportunidad a Felipe Calderón de darle pronta respuesta a las acusaciones implicándolo en una abierta protección a una banda del crimen organizada al estarle removiendo a las otras bandas del camino. Esto es algo parecido a lo que sucede en un juego de ajedrez en donde con el fin de obtener la victoria se suele sacrificar una pieza importante, un alfil, un caballo, y hasta una torre, porque lo que importa es el triunfo a como dé lugar y no las piezas individuales. Y si algo no le convenía al “Chapo” Guzmán era que el Presidente Calderón se fuese contra él para salvar su propio pellejo, conociendo la naturaleza irascible y traicionera de Felipe Calderón.

En realidad, el hijo de Manuel Clouthier del Rincón no está dispuesto a dar un solo peso, ni una sola moneda de cobre, por la narcopolítica que está siendo implementada desde la Presidencia de la República por el “espurio” Felipe Calderón. Spectator tampoco.
Axact

Anxius Veritas - Equipo de Redacción

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