Pese a su forma ultrasecreta de operar ocultando al amparo de las tinieblas sus tropelías y sus crímenes actuando de la misma manera en la cual actúan las mafias criminales, pese a la terrible conjura que tienen en marcha desde la ciudad de Guadalajara para asentar su poderío encubierto sobre toda una Nación, pese a su uso y abuso (sin autorización expresa de la Iglesia Católica) de los símbolos religiosos propios del Cristianismo para tratar de proporcionarle con ellos muletas y credibilidad a sus ceremonias secretas y a su rabioso antisemitismo cargado de odio y de rencor así como para reforzar los juramentos de lealtad con los que tienen encadenados a quienes cegados por una propaganda chatarra y falaz se les han unido a ellos, y pese a que su secreto ya no es tan secreto ni en la ciudad de Guadalajara ni en el resto de México (y para tal caso, en el resto del mundo), los intrigantes Tecosde la Universidad Autónoma de Guadalajara tienen uno que otro amigo en las altas esferas de la Iglesia Católica que simpatiza con ellos y con su radicalismo de corte fascista al estilo español. Y el más notorio es nadie menos que el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, precisamente el Cardenal de Guadalajara, la sede de la ultraderecha clandestina nacional, a quien sin lugar a dudas se le puede llamar el Cardenal de los Tecos:




Sobre este Cardenal y sus elogiosos conceptos que virtió en una misa de cuerpo presente al principal fundador y creador de la terrible conjura ultraderechista puesta en marcha desde hace más de medio siglo,Spectator ya ha documentado diligentemente los hechos en un trabajo previo. Más allá de las excelentes relaciones que este Cardenal parece tener con la Universidad Autónoma de Guadalajara sin importarle la terrible agenda secreta que está en marcha desde ese semillero de fanatismo cuyos alcances ya están causando estragos en todo México a través de las maniobras de un PAN-Gobierno infiltrado hasta la médula y al servicio del Yunque y los Tecos, este Cardenal radicalista siempre ha dado mucho de qué hablar, y entre los muchos ejemplos que pudiéramos citar de que este tipo equivocó su vocación al igual que se equivocó fatalmente quien lo elevó a Cardenal dentro de la Iglesia Católica ignorando lo que escondía tras el hábito, pondremos como muestra el siguiente editorial elaborado en ocasión de una falsedad que Sandoval Íñiguez le inventó al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, acusándolo de haber sobornado a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de México:

Los Diez Mandamientos del Cardenal Sandoval Íñiguez
Denise Dresser
Revista PROCESO 1765
28 de agosto del 2010

Primer Mandamiento: Odiarás a Marcelo Ebrard por encima de todas las cosas. Pensarás que es la encarnación del Demonio sobre la faz de la Tierra. Dirás que sus leyes destruyen a la familia y llamarás a desobedecerlas aunque ello constituya una violación a la Constitución y un ataque frontal al Estado laico en México. Repetirás que él hace más daño al país que el narcotráfico aunque eso entrañe recurrir a cifras falsas sobre el número de abortos realizados desde la aprobación del derecho a decidir en el Distrito Federal. Serás soez en todo momento con el objetivo de descalificarlo.

Segundo Mandamiento: Tomarás el nombre de la ley en vano. Aprovecharás el silencio y las omisiones tanto de la Secretaría de Gobernación como del IFE para violarla cada vez que puedas. Exigirás a los católicos del país que no voten por el PRD dada la universalización de derechos humanos que ha fomentado en la capital. Ignorarás la Constitución aunque constituya el documento fundacional que rige a todos los actores del país, incluidas las Iglesias. Te burlarás de las ideas y las conquistas que Juárez y los liberales ganaron y defendieron a lo largo del siglo XIX aunque sean reconocidas como un avance para el país. Violarás de manera flagrante la Ley de Asociaciones Religiosas y Cultos Públicos. Confrontarás constantemente a las instituciones y llamarás a los ministros de la Suprema Corte a repudiar las resoluciones que tomaron, aunque hayan sido con base en la Constitución.

Tercer Mandamiento: Santificarás a los regímenes homofóbicos y discriminatorios. Te referirás a los homosexuales como “maricas” y utilizarás otros adjetivos derogatorios para satanizarlos. Pensarás que debe permanecer la diferencia entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Aunque en la teoría democrática y del Estado laico no existen argumentos para justificar la discriminación y la limitación de derechos, seguirás promoviendo ambos. Aunque en el mundo actualmente existen múltiples manifestaciones de la familia, ignorarás esa realidad. Desperdiciarás esta oportunidad para tratar a las personas con respeto a pesar de sus preferencias sexuales.

Cuarto Mandamiento: No honrarás a los padres y a las madres homosexuales. Insistirás en que las uniones homosexuales inciden de mala manera en los niños aunque múltiples estudios revelan que ellos crecen de la misma forma que en familias de padres heterosexuales. Enfatizarás la importancia de “proteger los derechos de los niños” aunque la Iglesia católica no hubiera alzado la voz cuando Marcial Maciel y tantos otros los violaron.

Quinto Mandamiento: Matarás la civilidad. Atacarás la idea de la expansión de los derechos individuales y colectivos en un régimen democrático. Te burlarás del argumento sobre el reconocimiento de condiciones de igualdad ante la ley. Te volverás apóstol de las posiciones homofóbicas, discriminatorias, misóginas y polarizantes dentro de la sociedad mexicana. Aplaudirás la confrontación que comienza a darse en lugares públicos entre representantes de las posiciones en contienda. Resucitarás los argumentos de la Guerra Cristera e insistirás en la necesidad de librarla nuevamente para defender a la Iglesia de la violación de su derecho a la libre expresión aunque esa libertad sea usada para promover el odio.

Sexto Mandamiento: Cometerás actos impuros contra el Estado laico. Argumentarás que importa más la ley de Dios que la del César e ignorarás los preceptos sobre los cuales se construyó el Estado mexicano, precisamente para promover la separación Estado-Iglesia. Impulsarás a Armando Martínez, presidente de los Abogados Católicos, a decir –una y otra vez– que si la Secretaría de Gobernación promueve alguna sanción a los clérigos, estaría “actuando en el camino de la represión”, cuando en realidad tan sólo estaría aplicando la ley.

Séptimo Mandamiento: Robarás la esperanza de construir un país más justo, más tolerante, más equitativo, más democrático. Harás un llamado a burlarte de los derechos de las minorías y buscarás imponer la visión de ciertos católicos sobre el resto de la sociedad. No comprenderás que el tema del matrimonio homosexual es un asunto de derechos civiles, y que las luchas por su promoción siempre se han dado en el mundo ante contextos históricos de discriminación. Te manifestarás en contra del derecho a la diferencia entre mexicanos que no piensan como tú.

Octavo Mandamiento: Darás falso testimonio y mentirás sobre Marcelo Ebrard y la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Dirás que los ministros fueron “maiceados” por el jefe de Gobierno aunque no logres presentar una sola prueba para validar tu posición. Hablarás de los intereses oscuros e internacionales que hay detrás de la promoción de los matrimonios homosexuales y sugerirás la teoría del complot. Difamarás a cualquiera que cuestione tu postura, y dirás que tus críticos atacan a la dignidad humana y a la familia, aunque lo único que hacen –en realidad– es discrepar de ti. Dirás que quienes enarbolan posiciones diferentes a la tuya sirven intereses que operan en la oscuridad, y tratarás de descalificarlos moralmente, cuando se trata de una discrepancia intelectual legítima.

Noveno Mandamiento: No consentirás pensamientos tolerantes, discrepantes, democráticos, divergentes o aquellos que defienden la laicidad del Estado. Argumentarás que toda opinión contraria a la tuya emana de un maiceado o un títere o un depravado o un maricón. Desplegarás el espíritu de la intolerancia que corre en contra de las enseñanzas de la propia Iglesia católica y el precepto de “amaos los unos a los otros” que guía su labor.

Décimo Mandamiento: Codiciarás el bien ajeno de la popularidad y la credibilidad obtenidas por Marcelo Ebrard en este tema. Promoverás posiciones públicas imprudentes y contraproducentes, con tal de ocupar la palestra y obtener el respaldo que él ha logrado despertar. Envidiarás el hecho de que en este asunto incluso los peores críticos de Ebrard reconocen que tiene razón. Te molestará que, en contraste con otros prominentes políticos, él no haya guardado silencio sobre tu llamado a desobedecer la ley. Te indignará que haya evidenciado tu prepotencia y tu propensión a dar falso testimonio durante años al frente de la Iglesia. Y precisamente porque te ha exhibido, usarás todos los instrumentos a tu alcance –incluyendo las homilías dominicales– para seguir dirimiendo un pleito que se ha vuelto personal. Amén.

En relación a la práctica de la homosexualidad que Sandoval Íñiguez tanto destesta en quienes tienen esa preferencia sexual (ojalá y hubiera mostrado esa misma obcecación y odio tenaz en contra del sacerdote pederasta Marcial Maciel fundador de los Legionarios de Cristo y en contra del degenerado sacerdote pedófilo Nicolás Aguilar a quien en vez de entregarlo a la Justicia se le protegió de mil maneras ayudándole a quedar impune), hay una cosa que ni siquiera los más acérrimos homófobos dentro de la Iglesia Católica han podido explicar a entera satisfacción. Aceptando sin conceder el argumento de que el único propósito natural del sexo es la reproducción de la especie, y por ende que los homosexuales son incapaces de poderse reproducir a sí mismos y transmitir de este modo su código genético “perverso e inmoral”, entonces ¿cómo se explica que los homosexuales no se hayan extinguido desde hace mucho tiempo de la faz de la Tierra? La naturaleza de la homosexualidad es tal que en sí misma conlleva la eliminación en la piscina genética mundial de los genes de todos aquellos que no serán capaces de reproducirse de la única manera en que le es posible reproducirse al ser humano, la heterosexualidad. Esto nos lleva necesariamente a tener que aceptar la realidad de que la gran mayoría de los homosexuales nacen y se dan dentro de familias heterosexuales a las cuales, por cierto, usualmente les cae como bomba el descubrir la homosexualidad de sus hijos cuando la hay y cuando deciden “salir del closet”. Lo más común es que de padres perfectamente heterosexuales nazcan hijos con tal predisposición sin haberla heredado de sus padres, abriendo la posibilidad de alteraciones biológicas de otra índole (¿ambientales?, ¿hormonales?, ¿genes “ocultos” en el vasto mapa del ADN?). Si la homosexualidad es “una perversión aprendida de alguno de los padres” (argumento utilizado para objetar la adopción de huérfanos por parte de parejas homosexuales, sobre el supuesto de que la homosexualidad es un hábito aprendido de los mayores), entonces ¿de dónde aprenden los homosexuales su “perversión” cuando ambos padres son heterosexuales “normales”? Y las posturas simplistas asumidas por la nueva ultraderecha simplemente no pueden explicar el por qué hay heterosexuales adoptados por homosexuales que no adquieren jamás la homosexualidad de quienes ejercen la patria potestad sobre ellos.

Veamos las observaciones de otro conocido editorialista que parece conocer bien los antecedentes de Juan Sandoval Íñiguez, dándonos la explicación obvia de su radicalismo, explicándonos los orígenes de una feroz homofobia que Sandoval Íñiguez comparte con los Tecos de la ultraderechista Universidad Autónoma de Guadalajara

Bravero de rancho
Guillermo García Oropeza
Revista Siempre! 2985
28 de agosto del 2010

Otra vez, por enésima ocasión, ataca Juan Sandoval Iñiguez, cardenal de Guadalajara, sólo que esta vez lo hace a nivel nacional, en una forma escandalosa y con una resonancia estrepitosa en los medios.

Cuando al mismo tiempo el de Yahualica, Jalisco (un pueblo alteño inmortalizado por el retrato sofocante que hace de él Agustín Yáñez en Al filo del agua) se hace de enemigos a la Suprema Corte, a la que acusa irresponsablemente de corrupta, al jefe de Gobierno de la ciudad de México, al PRD y a la comunidad gay.

La respuesta de muchos periodistas no se hace esperar y los temibles moneros lo toman como blanco fácil de su genio mordaz. Evidentemente Sandoval sería en términos boxísticos un fajador, un rudo.

Y en cuanto a la forma, el estilo del señor cardenal es vulgar y majadero. Es en el peor sentido de la palabra ignorante y ranchero (como el de Fox), maleducado y retador. Retador incluso de las mínimas formas de la convivencia política ya que obviamente llamar “maricones” a los miembros de la comunidad homosexual es políticamente incorrecto y, lo que es peor, es de un pésimo gusto.
Sandoval habla como un bravero de rancho, un matón de plazuela.

Nadie diría, oyéndolo, que pasó por un seminario donde se supone que se enseña cuando menos a hablar y que estuvo en Roma donde la Iglesia forma a sus cuadros y que su carrera lo ha llevado a diversos rumbos de la República, Juan Sandoval sigue en su ranchera y pueblerina Yahualica, que como sabemos es parte de ese territorio cristero que es el núcleo de la ultraderecha mexicana, como ese Guanajuato que es hoy por hoy la fortaleza del panismo duro, oscilante entre el sinarquismo y el Yunque, abyectamente sujeto al poder de los curas.

Y es que no podemos entender a Sandoval si no lo situamos en el centro-occidente mexicano, en tierra cristera, criolla, racista, machista y ranchera. Nada que ver con la ciudad de México, inmensa, plural, contestataria. El México de Sandoval se quedó combatiendo al gobierno de Plutarco Elías Calles y al de Lázaro Cárdenas, aunque estemos, y esto es surrealista, en el Felipe Calderón, cuyo secretario de Economía es experto en derecho canónico y ligado a los Legionarios de Cristo.

Y Sandoval ataca a Ebrard, que ha demostrado favorecer causas progresistas como el de la igualdad de los gays, pero también a una Corte que no ha sido precisamente ni progresista ni revolucionaria. Y es que lo único que sabe el bravero Sandoval es atacarlo todo, los derechos humanos, las mujeres, los héroes de la Independencia (exceptuando a Iturbide), los cristianos no católicos (“los protestantes no tienen madre”, dijo alguna vez) y todo lo que no sea su catolicismo cerril y asesino, el de la Cristiada y la Santa Inquisición

Ha pasado ya un buen tiempo desde que los defensores de Juan Sandoval Íñiguez afirmaron que el Cardenal de los Tecos tiene en sus manos la prueba de que el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México había sobornado a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia. Y hasta la fecha, no se ha presentado ni ante los medios de comunicación ni ante la feligresía tapatía la gran prueba que supuestamente fundamenta la acusación formulada públicamente por Juan Sandoval Íñiguez en contra de los Ministros de la Suprema Corte y el Jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, lo cual está llevando a muchos a sospechar que esa gran prueba no existe, que nunca existió, que esa gran prueba no fue más que una burda falsedad al igual que el fraudulento tracto Los Protocolos de los Sabios de Sión en el cual siguen basando los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara su furibundo antisemitismo y la locura que los sustenta. Otra razón para sospechar que la “prueba” de la que hablan es un mito es el hecho documentado de que los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara tienen incrustado a un infiltrado egresado de la misma UAG dentro de la Suprema Corte de Justicia de México. Si realmente Marcelo Ebrard hubiera “maiceado” a los Ministros de la Suprema Corte, desde la misma Suprema Corte el infiltrado les habría hecho llegar a Guadalajara a los Tecos (y estos a Juan Sandoval Íñiguez) alguna grabación o algún reporte como los que acostumbran elaborar los Tecos en su calidad de delatores, y con esto se habría detonado un escándalo de proporciones mayúsculas (habría sido la noticia del año) porque no hay memoria de que se haya documentado un caso de corrupción en donde los sobornados son precisamente los Ministros de la más alta instancia para la impartición de la Justicia en México. La existencia o la inexistencia de “la gran prueba” hubiera sido toral para saber quién merece credibilidad y respeto, si los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, o el Cardenal de los Tecos Juan Sandoval Íñiguez, un Cardenal de la Iglesia Católica. A estas alturas no será necesario seguir esperando años y años la presentación de dicha “prueba”; podemos dar por seguro que esa prueba no existe, podemos dar por hecho de que a la calumnia de la acusación falsa en contra de Marcelo Ebrard y la Suprema Corte de Justicia siguió una segunda gran mentira, la mentira acerca de la supuesta “prueba” que supuestamente demostraba que Juan Sandoval Íñiguez hablaba con la verdad. ¿Y cómo se justifica entonces que un Cardenal de la Iglesia Católica recurra a la mentira y a la calumnia sin pedir jamás disculpas a los ofendidos? Aunque pensándolo bien, si la Iglesia Católica tuvo un Papa tan disoluto como el Papa de origen español Alejandro VI (el Papa Borgia, del cual muy posiblemente el fundador de los Tecos Antonio Leaño Alvarez del Castillo tomó su ejemplo para sus conspiraciones que le permitiesen a su familia poder consolidarse no sólo como una de las más poderosas del Estado de Jalisco sino de todo México), ¿qué tiene de raro que se haya dado en el Bajío una manzana podrida como elCardenal de los Tecos?

Veamos otra reseña acerca del Cardenal de los Tecos:


Belicosidad de los prelados
Humberto Musacchio
Revista Siempre! Num. 2986
5 de septiembre del 2010

Toda iglesia tiene el derecho de expresar sus puntos de vista, de hacer la defensa de sus valores morales y de mostrar su desacuerdo con las decisiones del poder civil. De eso no cabe duda. A lo que no tienen derecho los adeptos a uno u otro credo es a violar los preceptos legales que garantizan la convivencia entre las diversas religiones, entre ateos y creyentes, entre la sociedad y las instituciones.

Desde el año 2000, con el arribo de Acción Nacional al gobierno federal, la Iglesia de Roma, por lo menos ciertos sectores de ella, una y otra vez han exhibido una beligerancia que no se compadece de su misión apostólica.

La actitud delictiva del cardenal tapatío Juan Sandoval Iñiguez se inscribe en esta cruzada por ganar espacios políticos para la Iglesia católica, pues incurrió en delito al acusar a Marcelo Ebrard de haber maiceado a los ministros de la Corte para que aprobaran el matrimonio entre personas del mismo sexo y para que estas parejas pudieran adoptar.

Por supuesto, los dignatarios eclesiásticos tienen todo el derecho a expresar su discrepancia en esos y otros asuntos, pero no a acusar sin pruebas de maiceo —de soborno o de cohecho— a uno u otro funcionario. Eso fue lo que hizo Sandoval Iñiguez y, lamentablemente, otros obispos han externado su solidaridad con el difamador.

Más aún: el vocero de la Archidiócesis de la ciudad de México, el boquiflojo Hugo Valdemar, acusa a Ebrard de incurrir en abuso de poder y posiblemente en peculado, pues dice que emplea recursos propios de su cargo para la defensa de su persona.

Al respecto, baste decir que Ebrard, en tanto funcionario, tiene derecho a emplear los recursos públicos para la defensa jurídica de su actuación. En un caso inverso, lo hizo Felipe Calderón al emplear los recursos de su cargo para que la Procuraduría General de la República intentara echar abajo el matrimonio gay.

Lo cierto es que la belicosidad de los prelados azuza a su grey contra quienes no piensan como ellos, lo que motivó la cobarde agresión de un grupo de fanáticos contra Berta Teresa Ramírez, reportera del diario La Jornada, hecho que ocurrió afuera de la Catedral Metropolitana.

Todo indica que ante la pérdida de votos para el PAN y su previsible derrota en el 2012, la mochería está desesperada y quiere llevar a los mexicanos a un nuevo enfrentamiento, como ya lo hizo durante la Indepen­dencia y durante las guerras de Reforma, en la Revo­lución al apoyar a Victoriano Huerta y en la sangrienta Guerra Cristera. Falta que lo permitamos.

Expuesto como está siendo expuesto ante el mundo entero a través de sus relaciones con los miembros de la sociedad clandestina Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, expuesto como está siendo expuesto su reconocido radicalismo, y sobre todo expuesto como está siendo expuesto por su propia boquita (lo cual hay que agradecerle), se antoja extremadamente difícil o más bien imposible que Juan Sandoval Íñiguez pueda aspirar algún día a convertirse en Papa de la Iglesia Católica. No con su historial, no con sus antecedentes. Y menos aún con la calidad moral de los tipos con los cuales se junta en la ciudad de Guadalajara.




En definitiva, el Cardenal de los Tecos Juan Sandoval Íñiguez puede ser considerado como un sujeto completamente autoritario y soberbio, obstinadamente cerrado a cualquier tipo de diálogo, un boquiflojo caracterizado por su trato áspero y sus exabruptos de botepronto. Y que conste aquí que estas afirmaciones que lo describen a la perfección no provienen de Spectator, como tampoco provienen de ningún comunista, masón o judío. Provienen de sacerdotes católicos, hartos hasta la coronilla de los desplantes y la cerrazón del Cardenal cuyas simpatías hacia la ultraderecha neo-Nazi mexicana salieron a relucir a plena luz del día con los comentarios elogiosos que virtió sobre el Zar de la ultraderecha mexicana, el Capo Antonio Leaño Alvarez del Castillo, en la misa de cuerpo presente que el Cardenal le ofició tan espléndidamente a tan abominable e irredento criminal:

Que se calle, que se vaya
Felipe Cobián R.
Agencia APRO
29 de noviembre del 2010

Cansados de su autoritarismo, de su cerrazón al diálogo y del miedo que infunde, de su soberbia y de sus polémicas declaraciones que provocan división aun entre los miembros de la Iglesia, varios sacerdotes de su arquidiócesis dirigieron una carta –de la que Proceso tiene copia– al arzobispo de Guadalajara Juan Sandoval Íñiguez en la que le piden que “se aleje ya del mundanal ruido”.

Que abandone “todo poder humano” y todo lo externo y material, aconsejan los religiosos a Sandoval. También le ruegan que le pida al jefe de la Iglesia católica, Benedicto XVI, que acepte ya su “renuncia irrevocable” y lo deje libre de compromisos y responsabilidades para que se pueda dedicar “a su mundo interior, para gozar y contemplar tranquilamente todo lo bello, noble y santo que cada día nos regala nuestro excelente Padre Dios”.

En marzo de 2008, al cumplir 75 años Sandoval Íñiguez presentó su renuncia ante Benedicto XVI (como lo hace todo obispo al llegar a esa edad), pero hasta la fecha el Papa no se la ha aceptado.

En la carta los sacerdotes le ruegan a Sandoval que se dé tiempo para escucharlos, que “derrame amor”, que sea misericordioso y que obre “como un hermano, un padre, un pastor”: la única forma de ganarse la confianza de todos para que no tenga que recurrir sólo a un “grupo de predilectos” que no siempre le dicen la verdad.

Tocan los temas de la pederastia, la homosexualidad y el celibato y proponen que éste se reconsidere para que sea opcional “porque es una ley humana”, no divina, y puede evitar muchos errores que han cometido algunos clérigos.

Además cuestionan la construcción del Santuario de los Mártires, “que no era una necesidad urgentísima, dada la deteriorada economía familiar de la mayoría de los feligreses”, sospechan que hubo malos manejos de los recursos destinados a ese proyecto y se preguntan dónde quedó un patrimonio multimillonario del Seminario Diocesano.

A Sandoval, originario de Yahualica, Jalisco, lo caracterizan su trato áspero y sus exabruptos de botepronto cuando se le cuestiona a él o a la Iglesia. No mide sus palabras, como ocurrió en Aguascalientes el pasado 15 de agosto, cuando acusó al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, de haber sobornado a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que declararan constitucionales las uniones entre homosexuales.

Tronó entonces: “La Suprema Corte es la suprema decepción y a la mejor salen otra vez con su batea de babas estos señores y mañana o pasado aprueban la adopción (de menores entre parejas del mismo sexo); no dudo que estén muy maiceados por Ebrard y por organismos internacionales.

“Creo que no llegan a conclusiones tan absurdas y en contra del pueblo de México si no es por motivos grandes y el motivo grande puede ser el dinero que les dan (a los integrantes de la SCJN). Imagínate a la pobre criatura que esté allí, ¿a quién le van a decir papá o a quién mamá? Y cuando los vea en sus prácticas también se va a pervertir”.

Además preguntó a los periodistas que lo entrevistaron: “No sé si a alguno de ustedes le gustaría que los adoptara un par de lesbianas o un par de maricones”.

De tres cuartillas a renglón seguido, la Carta católica al Sr. Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, de sus sacerdotes fue entregada al corresponsal por varios de los inconformes, quienes se reservan sus nombres por el temor que le tienen al arzobispo.

Según estos sacerdotes la carta fue enviada también a otros organismos eclesiásticos, como la Nunciatura Apostólica, la Conferencia del Episcopado Mexicano, a los obispos auxiliares locales y al menos a una instancia romana.

El documento

En algunas de sus partes el texto dice: “Te puedes preguntar el por qué de no darte la carta (personalmente) y decirte nuestros nombres; esto pasa por temor a represalias y a que tú no has sabido dialogar con serenidad, en una actitud de verdadera escucha”.

Le recuerdan al prelado –quien viajó al Vaticano, igual que todo el Colegio de Cardenales, para discutir con el Papa el problema de la pederastia en la Iglesia– que el Concilio Vaticano II dispone en su exhortación Christus Dominus que “el obispo sea un padre, un hermano mayor, un amigo, un compañero”.

“Al ganarte la confianza de todos tus sacerdotes, no tendrías necesidad de recurrir a un grupo reducido de predilectos, que la mayor parte de las veces sólo te alaban, pero no te dicen la verdad.

“Sabemos con seguridad que el Seminario Diocesano tenía un fondo de alrededor de 3 mil 500 millones de pesos, como patrimonio para dicha casa de formación para los seminaristas, y años después se informa que la economía del Seminario está en crisis, en bancarrota (…) ¿Qué pasó o en qué se gastó ese dinero? El pueblo católico tiene derecho a saber porque él es el que está sosteniendo a cientos de seminaristas”, le escriben al cardenal.

Los firmantes van al grano: “También te queremos decir que con tus declaraciones y tu modo de pensar muy especial, has creado mucha polémica, divisiones y hasta enemistades dentro y fuera de la Iglesia católica. Para que vivas en una paz bonita, interior, profunda, ya no hables, no opines.

“¡Aléjate de ese mundanal ruido, de todo lo externo y material, de todo poder humano y dile a tu gran amigo el Papa que te deje ya libre, sin compromisos, sin responsabilidades… que acepte tu renuncia irrevocable para que te puedas dedicar a tu mundo interior, gozar y contemplar tranquilamente todo lo bello, noble y santo que cada día nos regala nuestro excelente Padre Dios”.

“Don Juan, te perdonamos de todo corazón tu mal genio, tus gritos y autoritarismo; se te pasó la mano y dabas juicios sin tomar en cuenta un discernimiento colectivo, comunitario… pero si Nuestro Buen Padre Dios es tan misericordioso que nos perdona todo, nosotros, tus sacerdotes, también te perdonamos todo, pero también pídenos perdón para estar a mano”.

Le dan un “consejo de amigos: ¡sonríe, alégrate, deja ya esa cara seria, adusta, que parece que a diario estás enojado y nervioso (…) Sé sencillo, humilde, que des confianza y ganas de platicar contigo (…) reconoce tus errores y no infundas miedo, sino cariño y comprensión.

“Queremos decirte que la ternura y el cariño de nuestro maravilloso Padre Dios es infinitamente más grande que todos nuestros pecados y errores, juntamente con los tuyos y los de todos los humanos. Pero también son ciertas las palabras de Jesucristo: ‘Habrá un juicio sin misericordia para quien no practicó la misericordia’.

“Y en este campo de la misericordia entran los paidófilos y homosexuales, hermanos nuestros, obispos y sacerdotes que han caído en esos errores (…) pero creemos que dichos errores o caídas no se van a acabar con sanciones férreas, amenazas, mano dura, castigos o pagando millonadas por demandas o asilenciando (sic) a los medios de comunicación social o a los mismos violados o a sus familiares, sino quitando ya esa ley humana del celibato, pues en los primeros once siglos del catolicismo se podían casar obispos y sacerdotes o también guardar el celibato opcional”.

Le avisan que muchos sacerdotes de su arquidiócesis tienen ganas de platicar con él, “su hermano el obispo”, pero como tiene “tantos cargos, encomiendas, problemas, responsabilidades, no nos escuchas. Dices que no tienes tiempo, que rápido te digamos lo que tengamos que decirte y en ese mismo momento has dado tus decisiones a quemarropa y muchas de ellas injustas y sin nada de amor.

“Hermano, padre, pastor, don Juan, ¡apasiónate del proyecto del reino de Dios Sé fiel al evangelio de Cristo y no a los humanos que fallamos. Sé sencillo, humilde, pobre, como cuando viviste tu niñez y adolescencia de un ranchero inocente de Los Altos de Jalisco. (…) Desvanece tu ego que te ha engañado, haciéndote creer que eres casi como Dios”.

En la arquidiócesis de Guadalajara se cree que Sandoval no dejará su cargo antes de junio o julio del próximo año, pues tiene dos metas antes de retirarse: avanzar cuanto le sea posible en la conclusión del Santuario de los Mártires y en ese sitio ordenar colectivamente a 50 seminaristas.



En rigor de verdad, si la Iglesia Católica realmente tuviera enemigos tan numerosos y tan poderosos como los enemigos que los fundamentalistas neo-Nazis más radicales de Guadalajara atribuyen en sus fantasías paranoicas que tiene, nada le agradaría más a tales enemigos que ver al Cardenal Juan Sandoval Íñiguez sostenido en su puesto por muchos años más. ¿Para qué atacar a esta institución milenaria ya sea de frente o infiltrándola por dentro con una quintacolumna malévola, cuando este hombre desde su alta posición le puede causarle mucho más daño por dentro a la Iglesia con su cerrazón y su intolerancia radical que mil infiltradores o mil hostigadores? Esto trae a la mente una parte de una película hecha en 1985 para la televisión titulada The Dirty Dozen: The Next Mission, secuela de otra película de 1967 titulada “Los doce del patíbulo” (The dirty dozen), en la cual se forja en los Estados Unidos en el alto mando militar una misión secreta para asesinar a un alto General de las S.S., Sepp Dietrich, antes de que éste General alemán pueda consumar sus planes secretos de asesinar a Adolfo Hitler. ¿Qué qué qué?, preguntan quienes escuchan por primera vez el objetivo de la misión. ¿Por qué no dejarle al General Dietrich que lleve a cabo su misión permitiéndole que mate a Hitler? Esta pregunta suena muy lógica hasta que los planificadores de la misión exponen sus motivos: los Generales norteamericanos están sumamente preocupados de que si el General Dietrich logra matar a Hitler, entonces la Segunda Guerra Mundial se prolongará indefinidamente mucho más allá de 1945 al estar la conducción de la estrategia militar alemana en manos de comandantes Nazis mucho más preparados y mucho más inteligentes y astutos que el mismo Hitler a quien consideran un cabo torpe y megalómano además de estúpido, y sobre este asunto el General Mayor norteamericano Worden se refiere a Hitler como “el mejor aliado” de los Generales norteamericanos, porque “él está paralizando a su propio ejército”. Y trae a la mente también al incompetente autócrata de Rusia, el Zar Nicolás II, quien tras arrojar a su país a una guerra total con una Alemania mucho mejor equipada militarmente permite desde el frente de guerra de guerra que su esposa la inepta Zarina tome el mando de la conducción de los asuntos de Estado del país, permitiendo ésta a su vez que el Monje Loco de RusiaRasputín actuando como su consejero tome en sus manos la conducción de asuntos de Estado, llevando invariablemente al país entero a la ruina y facilitándole a los revolucionarios la deposición de la monarquía y la instauración del comunismo en Rusia (es por lo tanto absolutamente falsa la miles de veces repetida aserción de la ultraderecha en su propaganda basura el “dato” de que la caída de la monarquía rusa se debió a una fantasiosa “gran conspiración judía masónica comunista” inspirada sobre el fraude literario ruso más grande de todos los tiempos conocido como Los Protocolos de los Sabios de Sión). Si los bolcheviques querían derrocar al Zar y acabar con la monarquía, ¿para qué hacerlo ellos si los mismos monarcas rusos les podían hacer el trabajo por ellos? Del mismo modo, si los conductores de la Iglesia de Pedro realmente quieren encontrar culpables por los graves problemas que enfrenta la Iglesia en la actualidad, en vez de perder el tiempo buscando culpables entre los ateos, los agnósticos, los liberales, los homosexuales, Marcelo Ebrard, reporteros de La Jornada y Proceso así como fantasmas tales como los que presenta el cuento de mal gusto titulado “la gran conspiración judía masónica comunista”, mejor deberían voltear los reflectores hacia ellos mismos y hacia tipos como el Cardenal de los Tecos Juan Sandoval Íñiguez y el miles de veces nefasto Marcial Maciel Degollado, ya que con tipos como éstos entre sus filas siempre van a tener problemas de sobra garantizados a largo plazo.


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POST SCRIPTUM:


Dice la sabiduría popular que en esta vida se cosecha todo lo que se siembra. Nunca fue esto más cierto que en el caso de la despedida de Juan Sandoval Íñiguez de su cardenalato, como lo documenta la siguiente nota:

Sandoval Íñiguez: el adiós, un desaire
Julio Alejandro Ríos
Agencia APRO
9 de agosto del 2011

Pese a que se anunció con mucho estruendo y anticipación, el homenaje al cardenal Juan Sandoval Íñiguez resultó una pifia. Y aunque los organizadores –el gobernador Emilio González Márquez y sus colaboradores– colocaron 4 mil sillas en la Plaza de la Liberación para que los feligreses pudieran ver al prelado, no se juntaron ni 300 personas; además, hubo un desaire por parte de los exgobernadores panistas y los alcaldes metropolitanos, con excepción del priista Antonio Mateos.

El del viernes 29 de julio fue un evento desangelado. A la invitación hecha por el gobernador Emilio González Márquez para despedir al cardenal Juan Sandoval Íñiguez asistieron a lo sumo 300 personas, pese a que los organizadores colocaron 4 mil sillas en la Plaza de la Liberación para recibirlos.

Nunca llegó el nuncio apostólico Chris-tophe Pierre; tampoco los exgobernadores panistas ni Celso Rodríguez, presidente del Poder Judicial; ni los alcaldes de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, y de Tlaquepaque, Miguel Castro Reynoso, ambos del PRI. Por eso llamó la atención la presencia del presidente municipal de Tonalá, el priista Antonio Mateos Nuño.

En la plaza, donde se inició el agasajo al cardenal, la asistencia fue escasa. Y aun cuando en el Teatro Degollado religiosos y religiosas, así como la aristocracia tapatía y la clase política panista sí atendieron al llamado, el recinto no se abarrotó. Y de los que ahí estuvieron, pocos fueron los que acudieron al besamanos.

Eran las 18:50 horas.

“Es que acaba de llover, pero ahorita llegan los demás invitados”, voceaban los empleados del gobierno estatal para justificar la falta de asistencia. Su actividad contrastaba con las críticas de los feligreses congregados en las inmediaciones.

Una adolescente se quejó incluso de los antojitos que repartían los organizadores: “Los tacos están igual de fríos que el homenaje”, dijo, al tiempo que masticaba una tortilla embarrada de frijoles.

Los detractores apenas llegaban a 40. Eran los mismos de siempre, los que acuden a todas las marchas. Aun así no se contuvieron. En las cartulinas que exhibían mientras desfilaban frente al teatro se leían consignas como: “Si Juárez viviera, que chinga les pusiera”, “Emilio y cardenal, directo a la penal”.

Estaban molestos también por el dispendio que, según informó la prensa al día siguiente, fue de 400 mil pesos; todo a cuenta del erario.

Ante el temor de que los revoltosos irrumpieran en el “magno evento”, los convocantes adelantaron las actividades dos horas. Los policías estatales resguardaban celosamente los ingresos para evitar cualquier contingencia; aun así los quejosos lograron tensar el ambiente.

Y cuando apareció en la plaza una Mercedes Benz Sprinter y comenzaron a descender señores encorbatados, mujeres con peinados de salón y sacerdotes de traje oscuro y camisa de alzacuello, los manifestantes corrieron tras de ellos, lo que los obligó acelerar el paso para huir del vulgo y penetrar al recinto.

El ambiente ríspido no anuló la pasarela de los panistas y la clase política en general. Por ahí desfilaron los secretarios de Salud, Alfonso Petersen; de Promoción Económica, Alonso Ulloa; de Cultura, Alejandro Cravioto; del Trabajo, Ernesto Espinoza Guarro; el coordinador de Concertación Social, Leonardo García Camarena, así como los diputados panistas locales José Antonio de la Torre y Abraham González Uyeda.

En el evento estuvieron también el obispo de Aguascalientes, José María de la Torre Martín, el vocero de la Arquidiócesis tapatía, Antonio Gutiérrez Montaño, y el obispo auxiliar de Guadalajara, José Francisco González.

Postulados conservadores

Pasadas las 19:00 horas, los reporteros se arremolinaron frente al palco principal. Era la señal de que el homenajeado había llegado. Todos se pusieron de pie y comenzaron a aplaudir cuando apareció Sandoval Íñiguez, quien los saludó con un movimiento de mano.

Impecable su traje negro y su camisa con alzacuello. Al lado del jerarca religioso se encontraba el secretario general de Gobierno, Fernando Guzmán Pérez Peláez. Instantes después entró el gobernador Emilio González Márquez y se sentó a la izquierda del purpurado. Compartió el palco con el presidente de Coparmex Jalisco, Óscar Benavides, y con el coordinador del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco, Manuel Herrera Vega.

A las 19:15 el teatro se oscureció. Las luces sólo enfocaban a los integrantes de la Orquesta Filarmónica de Jalisco y a su director, el estadunidense Leslie B. Dunner, quien comenzó con la obertura de Las bodas de Fígaro, de Mozart; luego el quinto movimiento de la Sexta sinfonía de Beethoven; el intermezzo sinfónico de Cavalleria rusticana, escrita por Pietro Mascagni, el Danzón número 2, de Arturo Márquez, y La boda de Luis Alonso, original de Gerónimo Giménez. El recital fue de sólo 35 minutos, pero logró el aplauso unánime.

El cardenal subió al escenario acompañado por González Márquez, Guzmán Pérez Peláez y el diputado zapopano José Antonio de la Torre. El maestro de ceremonias fue Carlos Brambila, quien anunció la proyección de un video sobre la “fructífera trayectoria” de “su eminencia”, el cardenal Sandoval Íñiguez.

Luego vino el discurso del anfitrión: “En nuestra patria hemos desechado nuestra oportunidad de crecer en un régimen de libertades de culto y de conciencia, dado en un laicismo excluyente en forma de intolerancia. La laicidad no debe ser el vacío de las identidades religiosas”, dijo González Márquez. Los asistentes le aplaudieron.

Y él siguió: “En una sociedad plural no hay que tener miedo a las iglesias y a las religiones; éstas deben presentar públicamente su propuesta, porque, como dijo Benedicto XVI, es inconcebible que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos, la fe, para ser ciudadanos activos”.

Incluso equiparó a Sandoval Íñiguez con jaliscienses como fray Antonio Alcalde, el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo y el cardenal José Garibi Rivera; González Márquez también señaló que su fidelidad a su vocación y su trabajo por los más pobres quedará “grabado” en la historia de Jalisco. “Las raíces cristianas forjaron la identidad jalisciense”, insistió el orador.

Al término de su alocución, González Márquez entregó a Sandoval Íñiguez un pergamino enmarcado en vidrio con el escudo del gobierno de Jalisco. Todos los asistentes se pusieron de pie.

En su turno Sandoval leyó unas líneas: “Me educaron en que nada debemos pedir, pero tampoco nada rehusar y por eso acepto el reconocimiento; lo acepto porque se me entrega con espontaneidad, nobleza y honestidad y el pueblo me lo da, por eso lo agradezco. Pero no tengo méritos suficientes para recibirlo, la que tiene méritos para recibirlo es la Iglesia de Guadalajara, a la que indignamente represento”.

Y reflexionó: “¿Sería Guadalajara la misma sin su catedral? ¿Sin tantos hombres creyentes, sacerdotes y laicos y laicas, religiosos y religiosas, que dieron impulso a la cultura y a las obras de caridad, cuyo legado son el Hospicio Cabañas, el Hospital Civil y la Universidad de Guadalajara? Obras de grandes pastores que todavía subsisten”.

De nuevo los aplausos; todos de pie. Luego, los abrazos de Sandoval a sus anfitriones: el gobernador y su secretario general de Gobierno, quien hacía esfuerzos por sonreír. Y concluyó el homenaje. La fría respuesta hizo que los organizadores suspendieran el recorrido final del purpurado por la plaza.

Al final, el gobernador y su comitiva, acompañados por Sandoval Íñiguez, se fueron al Instituto Cultural Cabañas a una cena para 500 personas.

Con todo y que los recalcitrantes ultraderechistas que rodean al ex-Cardenal siempre se han proclamado enemigos “hasta la muerte”, enemigos “hasta el final”, de todos y de cualquier cosa que tenga que ver con la masonería, con los judíos y con el comunismo, ello no fue impedimento alguno para que, aflorándoles la hipocresía y el cinismo, honraran al Cardenal de los Tecos con música apropiada para la ocasión, con música de Wolfgang Amadeus Mozart, el cual no sólo era un masón sino que inclusive llegó a ser Gran Maestro masón. ¿Acaso no había suficientes buenos ultraderechistas en todo el Estado de Jalisco para componerle música sacra al Cardenal de los Tecos? Pues, en verdad, no. De cualquier modo, algo muy acertado dijo este hombre en su despedida final: “La Iglesia de Guadalajara, a la que indignamente represento”.

El desaire que le hizo la sociedad tapatía al Cardenal de los Tecos en el evento en el que se esperaba la asistencia de decenas de millares de personas y al cual no fueron ni siquiera 300 personas (incluyendo las trabajadoras domésticas del Cardenal, turistas y mirones curiosos así como miembros de la Prensa y trabajadores del departamento de Limpia para el aseo del lugar una vez terminado el evento), pese a que en Guadalajara la población supera el millón de habitantes y lo que sobran son católicos por decenas de millares, no fue lo único que le aguó la fiesta de despedida al ahora ex-Cardenal, ya que apenas unas cuantas semanas atrás las filtraciones Wikileaks de documentos confidenciales secretos del gobierno norteamericano revelaron la naturaleza antimexicana y traidora del Cardenal. De cualquier manera, es dudoso que al Cardenal de los Tecos le importen mucho estos descalabros y desaires, ya que el lugar en donde ha estado viviendo ciertamente tiene mucho mejores comodidades y tranquilidades que los sitios por los que tuvieron que pernoctar Jesús de Nazareth y sus apóstoles en su labor misionera, empezando por el comedor en donde el ex-Cardenal seguramente ha de saborear todos los días un buen Bocatto di Cardenale:




pasando hacia el recibidor o sala de juntas:




para darse después un chapuzón en su alberca personal techada:




para salir a dar un paseo en la calle que lleva su nombre:




y después regresar a su gimnasio personal para tomar un spa:




antes de irse a jugar golf en el Country Club:




Pero... ¿que acaso no eran todas estas cosas precisamente las cosas en contra las cuales advertía el Maestro de Galilea a sus discípulos y seguidores cuando pregonaba humildad y entrega incondicional al servicio del prójimo? ¿Que acaso no son los bienes materiales precisamente lo que más puede alejar a un hombre del camino de la santidad? Bueno, pues...

Dejaremos que sus Tecos lo defiendan. Si es que pueden o quieren.

No sólo el homofóbico y ultra-reaccionario e intolerante Cardenal de Jalisco recibió el repudio popular en la gran magna fiesta pública organizada por el igualmente homofóbico y ultra-reaccionario e intolerante Gobernador Etilio en su honor. También el mismo Felipe Calderón ha recibido similares muestras de falta de simpatías y apoyo de parte del pueblo de México. Una muestra de ello tuvo lugar en la ceremonia del Grito de Independencia encabezada por Felipe Calderón el 15 de septiembre del 2011 en el Zócalo de la Ciudad de México, bajo el resguardo y la protección de un aparato militar impresionante. Sólo asistieron unas 35 mil personas. Compárese esta cifra con la cantidad de habitantes que tiene la Ciudad de México, más de diez millones de habitantes, y las palabras salen sobrando (la palera y oficialista TELEVISA le subió un poco más a la cifra, aumentándola a 37,500 personas, pero no pudo subirle más porque nadie lo hubiera creído, ni siquiera la misma TELEVISA). 35 mil asistentes. Restando, desde luego, a militares de infantería, navales, “polecías” de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, y miembros del Estado Mayor presidencial vestidos de civiles que fueron prácticamente obligados a llevar a sus familias para poder hacer “quórum” para que la plaza no se viera muy vacía.

Axact

Anxius Veritas - Equipo de Redacción

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