El 7 de abril del 2012 falleció uno de los más extraordinarios reporteros y entrevistadores que se hayan dado en el oficio del periodismo y la prensa libre, el incomparable Mike Wallace, conductor del afamado programa “60 Minutos” (60 Minutes) de la cadena de televisión CBS.

Antes de Mike Wallace, el periodismo tenía cierta norma de conducta bajo la cual cuando se llevaba a cabo una entrevista se consideraba inapropiado hacerle al entrevistado preguntas incómodas. Era, por así decirlo, un periodismo “light”, chabacano, políticamente correcto, que extendido más allá de unos 15 ó 20 minutos podía hacer bostezar al público televidente. Era a lo que estaban acostumbrados los reporteros antes de los años cincuenta del siglo pasado. Era como se elaboraban los reportajes y los noticieros, a excepción del estilo de la prensa amarillista y sensacionalista iniciada por William Randolph Hearst en la cual nadie sabe qué de lo que se publica es cierto y qué de lo que se publica es falso (algo así como los libros de Salvador Borrego y Joaquín Bochaca).

Al abrirse por vez primera el programa-documental “60 Minutos” transmitido a cadena nacional en Estados Unidos los domingos por la tarde, con el ingreso de Mike Wallace a través de ese programa a las filas del periodismo se inauguró un periodismo de shock que sin ser amarillista tenía por costumbre tratar de llegar al fondo del asunto haciendo preguntas directas sin rodeos. Casi siempre, las preguntas eran sorpresivas, tomando a los entrevistados desprevenidos por completo, y en más de una ocasión hubo algunos a los que se les cayó la lengua al ser colocados entre la espada y la pared por uno de los más extraordinarios reporteros de investigación que se hayan dado en el siglo XX. El estilo incisivo de Mike Wallace cimbró a los medios de comunicación, despertándolos a la realidad de que una verdadera entrevista de altura necesariamente tenía que incluír aquellas preguntas para las cuales los lectores y el público televidente querían tener una respuesta directa.

La noticia de su fallecimiento cimbró en especial a todos aquellos alrededor del mundo dedicados al oficio del periodismo investigativo, los cuales siempre han admirado a Mike Wallace y tratan de seguir su estilo, algo difícil de emular porque en su estilo Mike Wallace era simplemente único, inigualable. En sus 40 años de trayectoria, llevó a cabo más de 800 reportajes y ganó 21 Emmys por lo que sin lugar a dudas era una de las más brillantes muestras de lo que debe ser el periodismo de verdad, un periodismo que informe sin ocultar secretos y sin recurrir a verdades a medias.

He aquí una nota que documenta la partida del extraordinario periodista:

Murió Mike Wallace, el gran inquisidor del programa60 Minutos de la cadena CBS
Reuters LA JORNADA
9 de abril del 2012

Mike Wallace, el gran inquisidor del programa de noticias 60 Minutos de la cadena estadunidense CBS, quien alguna vez declaró que “no existen las preguntas indiscretas”, murió a los 93 años, anunció el domingo el canal.

Mike Wallace falleció el sábado en la tarde al lado de su familia en el centro de cuidados Waveny en New Canaan, Conecticut, donde pasó sus últimos años, dijo CBS en un comunicado en su emisión matutina de noticias, el domingo.

“Su extraordinaria contribución como presentador es inconmensurable y ha sido un fuerte impulso de la industria televisiva. Su pérdida es lamentada por todos en CBS”, dijo en el comunicado Leslie Moonves, presidenta ejecutiva de la empresa.

Wallace dejó su trabajo de tiempo completo en 60 Minutes en 2006 después de 38 años. Se le nombró corresponsal emérito y colaborador. Su última entrevista fue con Roger Clemens, quien lanzó a un astro del béisbol acusado de usar esteroides, en 2008.

Criticado por su estilo directo y teatro que solía acompañarlo

Mike Wallace trabajó en unos 800 reportajes, ganó 21 Emmys y desarrolló un estilo que solía ser más de interrogatorio que de entrevista. Fue criticado por su estilo directo y el teatro que solía acompañarlo. También estuvo envuelto en una demanda por 120 millones de dólares, que concluyó con la anulación del juicio contra él y la CBS, pero que le desató una depresión que lo llevó a intentar suicidarse.

Wallace entrevistó a todos los presidentes de Estados Unidos desde John F. Kennedy, a excepción de George W. Bush, y a decenas de líderes mundiales, como Yasser Arafat y Deng Xiaoping. Otros de sus entrevistados fueron Janis Joplin, Martin Luther King Jr. y Vladimir Horowitz, así como el fundador de la revista Playboy, Hugh Hefner.

Resumen de su técnica

En una retrospectiva de su carrera en 60 Minutos en 2006, Mike Wallace resumió su técnica de entrevista como “hagamos las preguntas que podrían estar en la cabeza de la gente que está mirando (...) ‘Si estuviera en esa silla en que está Wallace, esto es lo que me gustaría saber’”.

Myron Leon Wallace nació en Brookline, Massachussetts, el 19 de mayo de 1918. Adoptó el nombre Mike porque pensó que era más masculino que Myron, dijo en varias ocasiones.

Después de graduarse de la Universidad de Michigan en 1939, fue guionista de radio en Chicago, así como en programas de concurso radiofónicos y series como The Green Hornet. También actuó en televisión y Broadway antes de unirse al departamento de radio de la empresa CBS.

El próximo 15 de abril se emitirá un programa especial de 60 Minutos dedicado a él.

El calibre extraordinario de Mike Wallace era de tal magnitud que hasta aquellos entrevistados a los cuales puso en aprietos o incluso en ridículo ante las cámaras no ocultaban su admiración por él.

A continuación, se presenta otra reseña con motivo del deceso de Mike wallace, puesta en línea por el portal ElTiempo.com:

Durante 38 años, Wallace condujo el programa '60 minutos' y dejó un legado de reportería incisiva.

En el corazón de la ciudad universitaria de Ann Arbor (Michigan) hay un santuario dedicado a Mike Wallace, el ícono del periodismo estadounidense que falleció el sábado pasado, a los 93 años.

Es una confortable casa de tres pisos a donde concurren veteranos periodistas de todo el mundo, participantes del programa Knight-Wallace Fellowship, una de las tres becas de periodismo más codiciadas de Estados Unidos. Las fotos en las paredes y la extensa biblioteca atestiguan que es la casa que perteneció al incisivo reportero y conductor de 60 minutos, y que representa uno de sus aportes a la depuración de su oficio: todas las semanas se realizan seminarios y debates periodísticos en la llamada 'Wallace House'.

Sin embargo, su donación a la beca fue simbólica comparada con el aporte al periodismo en general que significaron sus entrevistas y reportajes especiales, sobre los que alguna vez dijo: "No hay nada como una pregunta indiscreta".

Y su carrera sí que estuvo llena de indiscreciones: en 1979, cuando entrevistó al ayatola Khomeini, de Irán, le leyó las palabras del Jefe de Estado egipcio que lo describían como "una desgracia para el islam y un lunático". El traductor vaciló en transmitir la pregunta a uno de los hombres más poderosos del mundo y terminó cediendo ante la insistencia de Wallace.

Tres años antes, había conversado con el hombre al que luego depuso Khomeini, el Sha Reza Pahlevi, de Irán, y le citó el perfil psicológico que le había hecho la CIA, y que lo describía como un “brillante, pero peligroso megalomaniaco”.

En 1998, comenzó su célebre reportaje sobre Jack Kevorkian, el médico que ayudó a morir a numerosos enfermos terminales, preguntándole de frente sobre uno de sus casos: “¿Usted lo mató?”.

Y en su última entrevista para 60 minutos, en el 2008, hizo jurar en cámara al beisbolista Roger Clemens que nunca había tomado esteroides.

Con la misma estudiada teatralidad que adquirió como actor de radionovelas y musicales de Broadway, Wallace cuestionó a Yasser Arafat e hizo llorar a Barbra Streissand; entrevistó a activistas sociales como Malcolm X, creadores como Salvador Dalí e ídolos musicales como Janis Joplin, a todos los presidentes estadounidenses desde Kennedy y al fundador de Playboy, Hugh Hefner.

Bueno, una salvedad: George W. Bush declinó en varias oportunidades la invitación de Wallace, por lo cual este solía bromear: “Bush es el único presidente que me ha rechazado desde Abraham Lincoln”.

El periodista Tim Weiner escribió en The New York Times que “con frecuencia, su éxito radicaba en las preguntas que hacía, no en las respuestas que recibía”.

Una vida de preguntas

Su estilo frentero se forjó primero en el espacio Night Beat, creado en 1953, en el que durante media hora abordaba temas y personajes de actualidad. La cadena ABC lo promocionaba entonces como “el terrible Torquemada de la Inquisición de televisión”.

Pero fue en 1968 cuando su vida cambió, al emprender la aventura periodística de 60 minutos, en el que fue conductor hasta el año 2006.

Algunos de sus reportajes más comentados llegaron incluso al cine, como sucedió en 1999 con El informante (The Insider), protagonizada por Al Pacino y Russell Crowe. Cuenta la historia detrás de un reporte sobre la industria tabacalera que estuvo a punto de derivar en una multimillonaria demanda contra la cadena CBS en 1996.

El episodio, por el cual admitió públicamente las presiones a 60 minutos para no sacar al aire el reportaje, deterioró sus relaciones con la cadena y le recordó un episodio de 1982, cuando participó en un documental que sostenía que el Ejército estadounidense había conspirado para tergiversar el poderío enemigo durante la guerra de Vietnam.

En este caso, la amenaza de demanda, por 120 millones de dólares, fue abortada, pero Wallace cayó en una depresión profunda e intentó suicidarse con una sobredosis de medicamentos, en 1984. Su esposa, Mary, salvó su vida.

La recuperación de su salud fue un período de gran actividad y años después lo describiría como uno de los más productivos de su carrera.

De hecho, las adversidades solían estimularlo, pues en numerosas ocasiones afirmó que se había decidido a crear 60 minutos para hacer algo que hiciera sentir orgulloso a su hijo Peter, quien murió en un accidente de escalada, en 1962. Tuvo, además, otros dos hijos, Pauline y Chris, quien también se hizo periodista de televisión.

Su carrera oficial con 60 minutos terminó en el 2006, a los 88 años, pero continuó haciendo informes especiales, como cuando entrevistó, al año siguiente, al presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, con la misma contundencia del pasado y con similares resultados: el trabajo le mereció el premio Emmy en televisión, galardón que ganó en 21 oportunidades.

Justamente, por su autoridad periodística, participó en la creación de los premios Livingstone, que distinguen a los reporteros de menos de 35 años en medios de Estados Unidos.

Autoridades de todo el mundo lamentaron el deceso de Wallace, ocurrido en un centro para la tercera edad en New Canaan (Connecticut). La cadena CBS prepara un especial sobre su trabajo periodístico, que saldrá al aire el próximo domingo, 15 de abril. Además, publicó en Internet extractos de sus mejores entrevistas, en las que se ve el paso del tiempo en su rostro surcado por las arrugas.

Entre las más célebres está la primera que le hizo a Ronald Reagan, por entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos, en 1976. Como si se lo preguntara a sí mismo, Wallace indaga a Reagan en su hacienda de Santa Bárbara: “Estamos en uno de los más hermosos lugares de California... Tiene sus caballos, su familia, su dinero... ¿Qué cosa en el mundo pudo persuadirlo de meterse en esto?”.

JULIO CÉSAR GUZMÁN
Editor Cultura y Entretenimiento

Junto con el igualmente extraordinario Walter Cronkite, se puede decir que ambos fundaron y prepararon el terreno para la nueva generación de periodistas y reporteros del tercer milenio capaces de generar noticias de alto impacto, apegadas fielmente a la verdad y sin editar o censurar los detalles crudos y desagradables. Para ambos, la prioridad número uno era mantener a su público debidamente informado, cotejando duramente la veracidad de la información que manejaban y siempre tratando de presentar reportajes balanceados incluyendo los puntos de vista opuestos. Estamos hablando de un periodismo imparcial, de alto nivel, en el que las opiniones viscerales sin fundamento son echadas al canasto de la basura y los señalamientos que pueden ser sostenidos incluso ante un tribunal de justicia son los que llegan al conocimiento de los lectores y el público televidente para que ellos puedan ser los jueces en base a la información presentada y puedan de este modo tener la última palabra.

En México, las reacciones entre los conductores de los noticieros de TELEVISA y TV AZTECA así como Radio Fórmula hacia lo que fue Mike Wallace constituyen una mezcla curiosa de gran admiración y envidia. Admiración y envidia porque Mike Wallace representa para ellos lo que ellos nunca podrán ser, acostumbrados a obedecer ciegamente las líneas editoriales marcadas por los barones del monopolio-duopolio televisivo de México, siempre prestos a arrodillarse a los intereses del gobernante en turno a cambio de las jugosas prebendas y concesiones del espectro de radiofrecuencias que explotan estas empresas rapaces desinformando al público televidente de México en sumisión a las líneas editoriales dictadas desde la Presidencia de México. Esto ya se vió en las elecciones presidenciales del 2006 cuando TELEVISA con su feroz y despiadada guerra sucia mediática en contra de Andrés Manuel López Obrador se puso al servicio del perverso gachupín Antonio Solá no para objetar racionalmente a las propuestas presentadas por la izquierda de México sino para enfangar, enlodar, calumniar y denigrar recurriendo a los spots viscerales pintando al candidato presidencial de la izquierda como todo “un peligro para México”. Esa no es la noticia que le interesa al público televidente cautivo a falta de otras opciones. Ello explica el por qué cuando el jilguerillo desinformador semi-oficialista de TELEVISA, Jacobo Zabludovsky, transmitía “noticias” por su noticiero nocturno, en realidad no había muchos televidentes que le creían el cien por ciento de lo que decía, y en ocasiones no le creían ni siquiera la mitad (sobre todo en las regiones de México en donde se cometían burdos fraudes electorales mientras que la señal desinformadora de TELEVISA ocultaba las manifestaciones populares de descontento y cerraba por completo sus espacios a los puntos de vista de la oposición para transmitir únicamente las versiones oficialistas de los falsos triunfos de los beneficiarios de aquellos fraudes en los cuales ni siquiera el mismo Jacobo Zabludovsky creía). Y ello explica también el por qué en la actualidad muchos televidentes de plano han dejado de ver el noticiero nocturno del igualmente desinformador jilguerillo semi-oficialista Joaquín López-Dóriga cuyo espacio en ya demasiadas ocasiones se ha exhibido como un medio mendaz puesto por completo al servicio de los intereses del PAN-Gobierno. En la actualidad, ningún televidente de los que aún dedican algo de su tiempo a escuchar las mentiras y semi-verdades oficialistas de TELEVISA y TV AZTECA espera que en alguna de sus entrevistas Joaquín López-Dóriga o Javier Alatorre o cualquiera de los otros desinformadores con “línea marcada” le hagan una pregunta “sorpresa” al estilo Mike Wallace ya sea al Presidente Felipe Calderón o a cualquier miembro de su gabinete presidencial o a cualquier otro “intocable”. Son periodistas “chabacanos”, jamás podrán ser ni en sus sueños ni siquiera la mitad de lo que era Mike Wallace, acostumbrados como están a formular preguntas a sus entrevistados que obedecen a un script teatral cuidadosamente elaborado por las mesas editoriales de las televisoras desinformadoras, acostumbrados a formularle preguntas al Señor Presidente que antes de serle formuladas ya fueron entregadas previamente por escrito al Estado Mayor Presidencial, tachándose de la lista aquellas preguntas que no se le deben hacer a Felipe Calderón (so pena de incurrir en la ira del Júpiter tonante) y transmitiendo al aire únicamente aquellas preguntas cuyas respuestas el Presidente ya lleva debidamente preparadas de antemano; y así con todos aquellos a quienes entrevistan. Con los únicos con los que se pueden ensañar son con aquellos que representan a la oposición, sobre todo a la oposición izquierdista, pero lo hacen tan mal que las líneas editoriales quedan claramente expuestas cuan burdas son. En rigor de verdad, el periodismo light de TELEVISA y TV AZTECA no solo constituye un verdadero insulto a los televidentes mexicanos cautivos que aún esperan ilusamente que cualquier día de estos los conductores van a dar una sorpresa y van a formularle al Señor Presidente una pregunta dura que lo ponga a sudar y en duros aprietos, se puede decir ya que es el hazmerreir del mundo entero.

Un reportero de la talla de Mike Wallace es justo lo que habría necesitado un periódico como Ocho Columnas para haber evitado el tener que cerrar sus puertas al perder el interés de los lectores por este pasquín desinformador regenteado por gente cuyo principal objetivo en la vida es promocionar el antisemitismo en México, la homofobia, la intolerancia, y el neofascismo de corte cristero de México. Pero precisamente por ser un medio impreso fundado por uno de los peorescapos mafiosos de la extrema derecha que haya habido en el continente americano, por ser un pasquín de quinta fundado no para informar verazmente de manera rápida y oportuna sobre los acontecimientos del día sino para ir “formando opinión” moviendo el corazón de los lectores hacia la ideología extremista de sus dueños propalando en sus editoriales el pensamiento de la extrema derecha de México, un periodista de la talla de Mike Wallace no habría tenido cabida alguna en un pasquín neo-fascistoide de quinta categoría como Ocho Columnas, ni se habría prestado jamás un periodista de la talla de Mike Wallace a colaborar dentro de un periódico desinformador con una línea editorial prefijada de antemano por dueños de mentalidad fascista incapaces de abrir espacio en sus páginas a los puntos de vista contrarios. Consecuentemente, no es de asombrar que ese pasquín haya expirado definitivamente en el 2011 saliendo de la circulación cotidiana por falta de quorum para beneplácito de los jaliscienses que ya se estaban empezando a hartar de la presencia insultante de ese remedo de periódico (posiblemente el pasquín habría podido prolongar un poco más su agonía subiendo así fuese efímeramente las ventas de los ejemplares si hubiera empezado a publicar la verdadera historia de la terrible sociedad secreta Tecos fundada y comandada por el dueño del pasquín y Rector Vitalicio de la Universidad Autónoma de Guadalajara, pero sus hijos ya no quisieron exponer el pellejo para salvar su periódico del inevitables deceso con este tipo de revelaciones impactantes con las cuales sin duda alguna la circulación de Ocho Columnas se habría multiplicado centenares de veces, yéndose por lo tanto Ocho Columnas junto con su envilecido fundador al panteón del olvido y el desprecio).

Independientemente de que no se anticipa en un futuro cercano (ni siquiera en un futuro a mediano plazo) que en ninguna de las televisoras en México que conforman el duopolio así como las estaciones de radio rastreras (como Radio Fórmula) alguien apelando a los derechos constitucionales de la libertad de prensa y la libertad de expresión se faje los pantalones dando luz verde a sus reporteros y conductores diciéndoles “pregunten y reporten todo lo que quieran, pero eso sí con veracidad, con la verdad, sin ocultar nada, aunque la noticia nos ponga en riesgo de que la Secretaría de Gobernación nos cierre la transmisión”, el otro problema es que aún si se atrevieran a dar tal paso en ninguno de los noticieros balines de estas transmisoras cuentan con un solo reportero de la talla y la calidad de Mike Wallace. Desfortunadamente, cuando se tiene un equipo de reporteros y conductores tan amordazado, tan “amansado”, tan amaestrado y tan domesticado por tanto tiempo, ya no es posible quitarles las mañas y ya no es posible tratar de convertirlos en algo en lo que ya nunca podrán ser. Es algo así como lo que dice el viejo refrán: “árbol que crece torcido jamás su rama endereza”. O como dice el ejidatario descorazonado al ver sus bueyes famélicos, perezosos y respingones: “pues ni modo, estos son los bueyes que tengo, y con estos bueyes tendremos que arar”. Quizá el único correctivo para mejorar el periodismo investigativo televisivo en México sea el otorgamiento de nuevas concesiones de transmisión a empresas nuevas que empiecen a trabajar partir de cero con una nueva generación de jóvenes con una visión y una nueva mentalidad sin someter a sus reporteros y columnistas a una domesticación paralizante como la que terminó pudriendo a Jacobo Zabludovsky, a Joaquín López-Dóriga y a Oscar Mario Beteta, verdaderas vergüenzas para el periodismo independiente de altura.

Aquí diremos: descanse en paz el ilustre periodista maestro de generaciones que rompiendo el molde introdujo una nueva dimensión en lo que debe ser un periodismo profesional y de alto impacto que informe oportunamente sobre las cosas que verdaderamente le interesan al público ansioso de estar bien informado con la verdad, por dura que ésta sea. Porque, al final de cuentas, es la verdad la que nos hará libres a todos.

Sólo nos falta por agregar una cosa:

Mike Wallace era judío.

Y no, Mike Wallace no estaba en ninguna involucrado en ninguna “gran conspiración judía masónica comunista” para el dominio del planeta como lo afirman de todos los judíos los desvariantes fundamentalistas que han estado infiltrando al Partido Acción Nacional y al gobierno federal de México para sus propósitos malsanos y sus inconfesables intrigas. Mike Wallace llevaba una vida cómoda y tranquila disfrutando de su gran prestigio y su enorme popularidad, y lo último que habría tenido en mente habría sido involucrarse en una conjura de gran envergadura basada en la traición y en la mentira como la que tienen en marcha en estos momentos en contra de México los fascistas clandestinos de la poderosa Organización Nacional del Yunque y sus creadores los dementes Tecos de Guadalajara. Tampoco estaba interesado Mike Wallace en andar fundando escuelas y universidades privadas con la intención oculta de “lavarles el cerebro” a los muchachos a escondidas de sus padres para reclutarlos dentro de sociedades secretas antisemitas admiradoras de Hitler y el Nazismo (como ocurre en México) y usarlos como carne de cañón para la comisión de crímenes así como llevar a cabo a través de ellos la promoción de agendas insanas bajo el disfraz de la simulación y el engaño echando a andar conspiraciones y conjuras. Nada de eso era parte de la personalidad de Mike Wallace ni iba con su personalidad y su modo de conducta. Sin embargo, tal vez a Mike Wallace le hubiera gustado entrevistarlos (a los cabecillas y los promotores de la extrema derecha mexicana) para hacerles las preguntas “duras” que a todos nosotros nos gustaría que alguien les hiciera ante las cámaras de televisión a estos retrasados mentales para ponerlos a titubear y a temblar por lo menos una vez en sus vidas. Seguramente se les habría caído la baba. Y la entrevista le habría dado a Mike Wallace otro premioEmmy.
Axact

Anxius Veritas - Equipo de Redacción

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