El domingo 31 de marzo del 2009, el Doctor George Tiller fue asesinado a mansalva, a sangre fría, a manos de uno de tantos ultrafanáticos conservadores afines a la ideología de las derechas radicalizadas.
El odio exacerbado que empujó al asesino de nombre Scott Roeder:
a matar al médico estuvo basado en el hecho de que el Doctor Tiller era uno de los pocos médicos disponibles en los Estados Unidos dispuestos a efectuar un aborto en casos médicos severos en los cuales al feto se le han diagnosticado prenatalmente lesiones fisiológicas tan severas que el feto difícilmente podría sobrevivir fuera del útero unos cuantos meses y ello en medio de sufrimientos físicos indecibles para el feto así como sufrimientos emocionales indecibles para la madre incapaz de poder hacer algo por su hijo predestinado a una vida sumamente corta en medio de una dolorosa agonía. El Doctor Tiller también era uno de los pocos médicos disponibles en los Estados Unidos dispuestos a efectuar un aborto en casos médicos severos en los cuales la vida de la madre está en peligro en caso de no llevarse a cabo el procedimiento.
Es de sobra sabido que para los anti-abortistas el aborto no está justificado bajo ninguna condición. Si el alumbramiento es algo que va a poner en peligro la vida misma de la madre (y con ello la vida del feto), como en el caso de algunos embarazos ectópicos (los cuales pese a estar ampliamente documentados en la literatura médica los anti-abortistas insisten en seguir negando), para los anti-abortistas lo único “moral” y “ético” es forzar a la mujer aún en contra de su voluntad a que tenga el alumbramiento, y si la mujer muere a consecuencia de este alumbramiento forzado entonces esto es algo que para muchos de ellos a lo mejor la mujer se merecía por “algún pecado” que habrá cometido en su juventud.
Aunque en Estados Unidos los anti-abortistas pertenecen a sectas cristianas que niegan la autoridad de la Iglesia Católica y desconocen la autoridad del Papa, no tienen problema alguno en adoptar la oposición tenaz de la Iglesia Católica hacia el aborto sin importar las circunstancias atenuantes que pueda haber de por medio. Aquí no estamos hablando de abortos de conveniencia utilizados como medio de control natal, sino abortos requeridos por prescripción médica bajo un cuadro clínico severo, aunque a los anti-abortistas esto les importa poco y revuelven una cosa con otra a su conveniencia para justificar su cerrazón mental ante argumentos para los cuales en otros tiempos a falta de lógica juiciosa en la mesa de debates la respuesta podía haber sido la santa hoguera recomendada por los santos inquisidores de la Santa Inquisición.
Los anti-abortistas se distinguen por el hecho de que, pese a que basan sus argumentos en sus propias interpretaciones de enseñanzas religiosas propias de la secta a la cual pertenecen, se sienten con pleno derecho de imponerle sus creencias a todos los demás (al resto del mundo) obligándolos a que vivan según sus normas, aunque ellos mismos no toleran que alguien les trate de imponer a ellos cualquier cosa con la que no estén de acuerdo así sea una cosa mínima. Es así como un anti-abortista se siente con pleno derecho de obligar a una mujer japonesa cuya fé sea la fé budista o de obligar a una mujer que sea atea a que no lleve a cabo un aborto pese a que el aborto sea una cuestión médica por necesidad.
Lo que hace repugnante el crimen cometido en contra del Doctor George Tiller es que fue cometido en el interior de un templo religioso, en una iglesia luterana de Wichita, Kansas. Al asesino no le importó en lo más mínimo la profanación que iba a llevar a cabo, no le importó ni siquiera esperar al Doctor Tiller a las afueras de la iglesia para teñir sus manos con la sangre de otro ser humano. Sin misericordia alguna, cometió el asesinato en un recinto de oración, en una de las casas en las que se rinde culto al que en las religiones judeo-cristianas se le proclama como el Creador del Universo. En pocas palabras, profanó la casa de Dios. Y seguramente, al igual que los Talibanes y terroristas musulmanes que se hacen explotar dentro de las mezquitas con el fin de matar a la mayor cantidad posible de fieles, está convencido de que se va a ir directo al Cielo como premio por su crimen, como premio por su profanación.
El haber matado al Doctor Tiller dentro de un templo religioso no es la única aberración que podemos encontrar en la mente enferma de este hombre que pese a todo representa a un amplio sector de los que están opuestos a cualquier tipo de aborto. Si lo que estaba haciendo el Doctor Tiller realmente era una ofensa al Supremo Hacedor, si el terminar embarazos inútiles en los que obraban circunstancias médicas extenuantes de por medio era de todos modos un grave pecado, entonces es al mismo Supremo Hacedor al que le correspondía emitir su juicio y dictar sentencia sobre el alma del Doctor Tiller, no al anti-abortista asesino que ocultándose cobardemente en el argumento del derecho a la vida le privó a otro ser humano de su derecho a la vida. Lo que hizo el fanático Scott Roeder, en efecto, fue decirse a sí mismo y a los demás: “Yo he decidido ya que el Doctor Tiller está incurriendo en un grave pecado. A mí no me importa en lo absoluto lo que Dios decida posteriormente, yo ya lo decidí y he encontrado a Tiller culpable del delito de infanticidio; y como yo me considero a mí mismo un soldado de Dios por encima de todas las debilidades humanas, como yo me considero a mí mismo perfecto, tan perfecto que mi propio juicio puede reemplazar al mismo juicio de Dios, pues ello me dá también derecho de aplicar la sentencia dictada por mí mismo. Yo puedo ser juez, jurado y verdugo, porque yo estoy a la par con el mismo Dios. Yo le daré al Doctor Tiller la mitad del castigo que le corresponde en este mundo, y Dios le dará la otra mitad en el más allá. Y como yo soy un soldado de Dios, ello me dá derecho a ejecutar al Doctor Tiller dentro de un templo religioso. Y por haber actuado en la forma en la cual yo creo que Dios quiere que actúe, pues yo me voy a ir derechito al Cielo por el resto de la eternidad mientras que George Tiller se va a estar pudriendo en el Infierno junto con todas las mujeres cerdas que se pusieron en sus manos.”
Esta es la misma convicción e ideología con la cual operan los cerebros de los anti-abortistas, entre ellos el cerebro del presidente perpetuo de la organización Pro-Vida, Jorge Serrano Limón, uno de los adherentes a la ultraderechista Organización Nacional del Yunque. Con esta gente es imposible tratar de establecer diálogo alguno, porque son gente de mentalidad completamente cerrada. Viven en su propio mundo, el cual para desgracia de los demás quieren imponer por la buena o por la mala sobre los demás. Y si estos “soldados de Dios” consideran como lo hizo Scott Roeder que para “salvar” tienen que matar, pues matarán, matarán y matarán sin remordimiento alguno, firmes en sus convicciones, al igual que los Inquisidores que se encargaron de “salvar” en las llamas de la hoguera a todos los que cayeron en “santas” sus manos. La justificación de actos abominables recurriendo a la religión como pretexto es algo que no ha cambiando con el paso de los siglos, lo único que ha cambiado son los nombres y las caras; en lo demás son lo mismo, como lo pudo constatar el Doctor George Tiller en el momento en que un desconocido con la mirada fría del infernal asesino le vació la carga de una pistola.
No habían transcurrido ni siquiera dos semanas del asesinato del Doctor George Tiller cuando el 10 de junio del 2009 un hombre que según las autoridades tenía un pasado de violencia antisemita, ingresó en el Museo del Holocausto en Estados Unidos donde abrió fuego con un fusil e hirió de muerte a un guardia de seguridad antes de ser sometido por otros agentes:
El atacante, orgulloso de lo que hizo, orgulloso de haber matado a un padre de familia al que ni siquiera había conocido antes del crimen y el cual no le había hecho nada fue hospitalizado dejando tras su ataque una amplia movilización de investigadores federales y locales, así como expresiones de conmoción del gobierno israelí e inclusive de una prominente organización musulmana. La jefa policial Cathy Lanier dijo que el atacante fue “interceptado por los guardias de seguridad inmediatamente después de que cruzó por la puerta” con un fusil. “En el instante en que entró al edificio comenzó a disparar”. Las autoridades dijeron que James Von Brunn, un supremacista blanco neo-Nazi:
había sido detenido por el tiroteo. Otro agente dijo que el automóvil del hombre fue encontrado cerca del museo y examinado, para ver si había explosivos en el interior.
Funcionarios del museo identificaron al guardia muerto como Stephen T. Johns, quien llevaba seis años laborando en la instalación. En un correo electrónico, la directora Sara Bloomfield dijo que el guardia “murió de manera heroica en el cumplimiento de su deber”. Von Brunn tenía una página racista y antisemita en la Web, y escribió un libro titulado “Kill the Best Gentiles” (Mata a los mejores paganos). Normalmente el museo tiene fuertes medidas de seguridad, con guardias en el interior y el exterior. Todos los visitantes deben pasar por detectores de metales en la entrada y someter sus bolsos a revisión. El museo, ubicado justo frente al National Mall cerca del monumento a Washington, es una atracción turística popular. Recibe unos 1.7 millones de visitantes al año. Las avenidas que lo circundan fueron cerradas y se acordonó la zona con cinta plástica amarilla para impedir el paso de transeúntes. Varias patrullas y policías a caballo circundaban la zona.
Sandy Perkins de Massachusetts dijo que su hija Abigail le llamó poco después de la balacera. La adolescente estaba visitando el museo en un paseo escolar y le dijo a su madre que los estudiantes escucharon varios tiros hasta que les pidieron que salieran del edificio. Abigail dijo que algunos de sus amigos estaban muy nerviosos, pero fuera de eso todos se encontraban bien, agregó Sandy Perkins. Los adolescentes no vieron de dónde venían los disparos. Linda Elston, una visitante del museo, dijo que estaba en el nivel inferior de éste mirando una película cuando les dijeron que evacuaran el lugar. “Estaba totalmente lleno de gente”, narró Elston. “Nos llevó un rato salir”. Dijo que no escuchó ningún balazo y de momento no sabía por qué les pidieron que desalojaran, aunque sí se sintió “un poco nerviosa”.
En el vehículo del “nacionalista ario” von Brunn las autoridades hallaron un cuaderno con las palabras “El Holocausto es una gran mentira, Obama es un invento de los judíos”, inspiradas quizá en una traducción al Inglés del manual doctrinario neo-Nazi “El mito de los seis millones” del fascista pro-Nazi Joaquín Bochaca o en el manual de entrenamiento de la ultraderecha “Hitler’s War” de David Irving, materiales que lo pudieron haber llevado a intentar cometer su propio genocidio “en pequeño”. Irónicamente, como podemos verlo en una de las fotografías puestas arriba, a la entrada del museo se anunciaba una exhibición titulada “State of Deception: The power of Nazi propaganda” (Estado de Decepción: El Poder de la Propaganda Nazi) basada en el libro de 194 páginas del mismo nombre de Susan Bachrach y Steven Luckert:
El agente de seguridad asesinado por von Brunn no era un judío, ni era un masón, ni era un homosexual, ni era un izquierdista, mucho menos un marxista comunista-leninista. Era simplemente uno de varios empleados del museo. Ni siquiera se estaba enfrentando en una lucha armada en igualdad de condiciones contra su agresor; su error fue haber acudido a abrirle la puerta en un gesto de cortesía, gesto que el supremacista ultraderechista le agradeció matándolo. Y hubiera llevado a cabo una masacre sangrienta en contra de todos los visitantes que estaban allí ese día incluyendo ancianos, mujeres y niños de no haber sido por el entrenamiento dado a los policías encargados de proteger a los visitantes de dicho museo. De cualquier modo, éste hombre violento seguramente habría enorgullecido a Hitler de haber sido un oficial de las Waffen SS, como también habría enorgullecido a los dueños de la ultraderechista Universidad Autónoma de Guadalajara de haber sido un militante de las criminales fuerzas de choque de la sociedad secreta Tecos auspiciada por esa universidad privada, porque es precisamente la clase de psicópatas que requieren en esos cuerpos de represión para dizque “salvar” al mundo de las fantasías que ellos mismos inventan en su propaganda. El dictador fascista Francisco Franco de España también tenía los suyos propios; fueron los que mataron al poeta Federico García Lorca, entre muchos otros intelectuales y pensadores españoles que no convenían a las ambiciones de poder del tirano ultraderechista. No nos debe causar extrañeza que von Brunn y el anti-abortista asesino “pro-vida” Scott Roeder estén siendo alabados en los círculos de la ultraderecha de habla hispana en Internet como unos “héroes” pese a que von Brunn también detesta y aborrece a todos los mexicanos (a los cuales ha llamado “cerdos de piel café” -brown skinned pigs- indignos de compartir la mesa con la raza blanca) aunque sus camaradas latinoamericanos sean tan “nacionalistas” como él.
Los analistas destacaron que el ataque al Museo del Holocausto se produjo sólo cinco días después de que Obama visitara el campo de concentración Nazi de Buchenwald en Alemania, donde el Presidente Obama condenó el Holocausto. “Es difícil ignorar el momento en que se produce este incidente”, dijo Brian Levin, un profesor del Centro de Estudios de Odio y Extremismo en la Universidad del Estados de California en San Bernardino. Por su parte, Mark Potok, director de la sede en Alabama del Centro Southern Poverty Law, dijo que el tiroteo de había ocurrido tras una serie de incidentes violentos por parte de extremistas en los últimos meses que incluyó el asesinato de tres agentes de la Policía en Pittsburgh, en abril, y el asesinato del médico George Tiller en Kansas. “Ha sido un período bastante extraordinario”, dijo Potok a la cadena CNN.
Aunque a los extremistas antisemitas anti-izquierdistas anti-todo Scott Roeder y James Von Brunn se les ha calificado como “hombres solitarios actuando por su propia cuenta”, la verdad de asunto es que lo que movió a estos enajenados a actuar de la forma en que lo hicieron no salió de la nada. Detrás de ellos hubo una amplia literatura, enajenante, mentirosa, de corte netamente ultraderechista, que los motivó a actuar. Es la misma propaganda que en México se está fomentando a través de sociedades secretas como la Organización Nacional del Yunque, auspiciada a su vez en sus tácticas y en sus materiales de indoctrinamiento por la ultraderechista sociedad secreta Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Scott Roeder y James Von Brunn son consecuencia directa de basura propagandística neo-Nazi como la que está siendo generada por gente perversa como la que continúa consolidando a través del Partido Acción Nacional su dominio sobre México. Y vienen más tipos como Scott Roeder y James Von Brunn en camino, en su versión a la mexicana, a menos de que se les denuncie a los cuatro vientos, a menos que se les identifique claramente no sólo como enemigos de México sino de la humanidad entera, que es lo que son. Las consecuencias de quedarse cruzado de brazos ante lo que está haciendo esta gente ruín en la clandestinidad al estar “preparando” para su causa a muchos otros trastornados emocionales como Scott Roeder y James Von Brunn están a la vista el día de hoy a la luz de estos acontecimientos que, por mucho que se insista en negarlo, no son acontecimientos distintos y aislados, son manifestaciones de la misma serpiente.
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