Uno de los intelectuales norteamericanos más detestados y aborrecidos por la extrema derecha mexicana -léase la antisemita Organización Nacional del Yunque y sus padrinos los antisemitas Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara- es el extraordinario linguista Noam Chomsky, señalado repetidamente por la literatura de la ultraderecha de ser judío, de ser masón, y de ser marxista-leninista. Bueno, judío sí lo es, de eso no hay duda alguna. De que sea también masón, eso aún falta que lo prueben los ultraderechistas mexicanos, aunque estos tipos ya están acostumbrados a señalar sin pruebas. Y si bien fue un oponente enérgico de la intervención norteamericana en la Guerra de Vietnam, una guerra inútil de la que Estados Unidos salió muy mal librado y que con el paso del tiempo los norteamericanos descubrieron que se trataba de una guerra civil interna de la cual surgió un país que hoy parece más capitalista que comunista sin intención alguna de invadir a sus vecinos (desbancando este capítulo de la teoría del “complot comunista internacional”), Noam Chomsky ha sido detractor tanto de los extremismos de derecha como los extremismos de izquierda.

¿Se equivocó Noam Chomsky en sus denuncias en contra de la intervención militar norteamericana en la guerra de Vietnam? Los anti-comunistas que metieron a Estados Unidos en Indochina advirtieron repetidamente que el triunfo del Vietnam del Norte sumiría al país en la esclavitud de un marxismo-leninismo de corte estalinista borrando todo rastro de lo que se ha dado en llamar “capitalismo”. Veamos qué tan ciertos resultaron ser los gritos histéricos de aquellos activistas de la derecha ultraconservadora en contra de los señalamientos hechos por Noam Chomsky. Podemos empezar con la siguiente fotografía de un restaurante de la franquicia norteamericana Kentucky Fried Chicken en Hanoi (esta es una fotografía reciente):




Y sí, los comensales que están en el interior del restaurante de comida rápida son vietnamitas, de esos que los ultras hace 40 años llamaban “los comunistas a vencer”.

A continuación se tiene la fotografía de una de las varias pagodas en Vietnam a donde los vietnamitas acuden a practicar su fé religiosa (los reportes ultraderechistas de que tras el triunfo de comunista Vietnam del Norte se reprimiría por completo cualquier rastro de religión y fé religiosa han sido grandemente exagerados):




La siguiente fotografía nos muestra a una joven vietnamita disfrutando de la playa al igual que muchas otras jóvenes de su edad, con un traje de baño como el que usan las jóvenes europeas y las jóvenes norteamericanas:




Y la siguiente fotografía corresponde a una parte típica del centro comercial de Hanoi:




Y para que nadie diga que a los vietnamitas con posibilidades no les gusta vivir la buena vida, a continuación tenemos una fotografía del Hotel Sheraton de Hanoi:




Nada de esto sucedió porque los norteamericanos le hayan impuesto su estilo de vida occidental a los vietnamitas. Después de todo, Estados Unidos salió derrotado de la guerra de Indochina (posiblemente sea la única derrota militar que país alguno le haya propinado al coloso de Norteamérica). Los vietnamitas han tomado su propio sendero ejerciendo sus propias decisiones soberanas sin la intervención militar de ninguna potencia extranjera, como siempre debió de haber sido.

Entonces, ¿qué demonios ganó el mundo con la intervención militar norteamericana en Vietnam llevada a cabo con el pretexto de “derrotar al comunismo y a los comunistas”? Tómese en consideración el costo enorme que tuvo para Vietnam esta intervención militar que no puede ser calificada menos que una invasión armada al igual que la intervención militar norteamericana en México con la cual México terminó perdiendo más de la mitad de su territorio ante el invasor que aprovechando su superioridad militar aplastó y humilló a su indefenso vecino. Tómese en cuenta que en la guerra de Vietnam se cometieron atrocidades excesivas -y a la larga inútiles- tales como llevar a cabo la contaminación y la deforestación de las selvas tropicales de Indochina con el cancerígeno agente naranja o como el uso de napalm (fósforo gelatinoso) para despellejar vivas a niñas inocentes que no tenían culpa alguna de lo que estaba sucediendo:




¿Debieron haber escuchado los políticos norteamericanos encargados de la toma de decisiones -algunos de ellos influenciados por la propaganda ultraderechista como el fraude literario ruso Los Protocolos de los Sabios de Sión y El Judío Internacional dizque reveladores de una “gran conspiración judía masónica comunista” para el dominio del planeta- las admonestaciones que les estaban siendo dadas por intelectuales de la talla de Noam Chomsky? Todo nos parece indicar que sí. ¿Pero cómo pudieron haber sido esos políticos tan estúpidos como para arrojar a una gran parte de su propia juventud a una guerra inútil de la cual muchos regresaron ciegos, mancos, cojos, mutilados, o muertos? ¿Cómo pueden justificar hoy esos políticos norteamericanos de la derecha conservadora -los que aún están vivos- todas esas muertes así como las viudas y los huérfanos que dejó esa guerra en la sociedad norteamericana, ya no se diga los muertos y las viudas y huérfanos que dejó en Vietnam la intervención militar norteamericana? Posiblemente algunos de ellos digan más que arrepentidos: “pero es que yo estaba completamente seguro de que si Vietnam del Norte ganaba la guerra todo el sudeste asiático terminaría pasándose del lado del comunismo, yo estaba honestamente convencido de toda lo que me decía la propaganda anticomunista, yo les creía todo lo que me decían, y no se puede culpar a alguien por ser estúpido; se le puede culpar por ser malo, pero no por ser estúpido”.

Sin lugar a dudas, una de las armas más poderosas de la Bestia es la propaganda tendenciosa articulada con mil mentiras revueltas ingeniosamente con mil verdades para crear primero dudas y confusión, y tras ello con la ayuda de más propaganda y más ficciones poder crear los fanáticos y los ejércitos que se requieren para continuar adelante con la expansión de la locura. A esto es a lo que recurrieron Hitler y los Nazis, ¡y vaya que les dió resultado! Pero esta no es la única arma de la Bestia. Hay otras.

Algo que los ultraderechistas mexicanos no le perdonan ni le perdonarán jamás a Noam Chomsky es que haya elaborado una tesis en la cual -proféticamente para México- puso al descubierto las estrategias de manipulación mediática que están siendo utilizadas por los radicales ultras -léase Tecos y Yunque- para afianzarse en el poder manipulando a la opinión pública -tal y como lo hicieran en las elecciones presidenciales del 2006 pintando a través de los medios masivos de comunicación al candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador como “todo un peligro para México”-. Un editorialista de la ciudad mexicana más violenta del mundo -no lo era, hasta que llegó Felipe Calderón al poder- resume un ensayo de Noam Chomsky aplicándolo a la trágica situación que vive en su ciudad y en su estado en donde están más que arrepentidos por haber ayudado al PAN en su ascenso al poder a principios de la década de los ochentas:

Manipuladores
Francisco Rodríguez Pérez
Economista y analista político
EL DIARIO
8 de febrero del 2011

Si el lingüista norteamericano Noam Chomsky elaboró la lista de las “10 Estrategias de Manipulación”, la Presidencia de la República, en México, las ha seguido, una por una, incluso en formas burdas y despreciables, en lo que sigo sosteniendo es un complot contra México y sus instituciones: la “guerra” del presidente Felipe Calderón.

El documento sintético de Chomsky se ha popularizado, afortunadamente. Es una forma para desentrañar, denunciar y desmantelar las estrategias utilizadas por los manipuladores, apoyados en los medios de manipulación, que actúan como mercenarios en esta “guerra”.

La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. Los ejemplos son presentados a diario como soporte de la “guerra” presidencial.

Crear problemas y después ofrecer soluciones. Si hay un ejemplo, por más burdo, cruel y violento que sea de esta estrategia, es la “guerra” del Presidente Calderón. Chomsky da en el clavo al señalar que este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación”. El ejemplo que menciona es nuestra desgraciada realidad: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos... Lo malo es que la “guerra” se les salió de control y no han podido o no han querido solucionar el problema que inició el Presidente, desde un día antes de asumir el poder.

La estrategia de la gradualidad. Dice Chomsky que para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Este es el guión “neoliberal” que, en México, han seguido los gobiernos de la “alternancia” y de la “transición”.

La estrategia de diferir es, según Chomsky, otra manera de hacer aceptar una decisión impopular, al presentarla como “dolorosa y necesaria”, para una aplicación futura. Así, el Presidente anunció que en su guerra “habría muertos”, pero quizá no pensó quizá que fueran tantos, contados por miles.

La utilización del aspecto emocional mucho más que la reflexión, es lo que los estrategas de la presidencia nos han hecho, por ejemplo, con la promesa de que “las drogas no lleguen a tus hijos”. Chomsky revela que hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Es la receta de la “guerra”.

Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad, es otro aspecto descubierto por Chomsky. Se trata de hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud, mediante una educación popular lo más pobre y mediocre posible.

Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad, es otro método que se ha utilizado en esta “guerra”. Se ha promovido hasta el cansancio hacer creer al público que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

Reforzar la autoculpabilidad. Dice Chomsky que con ella se hace creer al individuo que solamente él es el culpable de su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución, como arenga el escritor.

Finalmente, Chomsky señala como estrategia de manipulación el conocimiento de los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el México de la “guerra” son muchos los frentes utilizados para “conocernos mejor”.

El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Luego de conocer estas estrategias lo menos que podemos hacer es trabajar para neutralizarlas. No “todo irá a mejorar mañana”. El sacrificio exigido por la Presidencia de la República es demasiado, es insoportable, como lo demuestra Ciudad Juárez, la víctima favorita de Felipe Calderón. Esto puede ser evitado. No se valen la resignación y el conformismo, porque nos hacen cómplices de esta “guerra” infame. ¡Manipuladores!

La burda fantasía de “la gran conspiración judía masónica comunista” para el dominio del mundo sobre la cual basa la extrema derecha mexicana sus creencias, inspirada a su vez en el fraude literario ruso Los Protocolos de los Sabios de Sión, proclama a todos los judíos como los artífices excelsos de dicha conspiración. Sin embargo, si tales fantasías fueran realmente ciertas, el judío-norteamericano Noam Chomsky, en vez de proporcionarnos los medios para poder identificar a los manipuladores, habría resguardado sus conclusiones en la mayor confidencialidad con la finalidad de incorporarlas a los supuestos “Protocolos”. Sin embargo, lejos de promover cualquier cosa que pueda servir como arma de manipulación -algo en lo cual los propagandistas al servicio de tipos como Hitler y Francisco Franco eran expertos-, Noam Chomsky siempre ha mostrado una preocupación extraordinaria por desenmascarar las viles tácticas con las cuales los conspiradores de cualquier filiación -ultras derechistas, ultras izquierdistas, ultras musulmanes- buscan apoderarse del poder para promover sus propias agendas en contra de sus propios pueblos.

Joaquín López-Dóriga: ¿estás escuchando?

TELEVISA: ¿estás escuchando?

Aunque, pensándolo bien, hablar con desinformadores y manipuladores es perder el tiempo, porque estos tipos tienen sus propios intereses personales y sus propias agendas que están por encima de todo lo demás, inclusive por encima de los intereses de una Nación, y ya bastantes pruebas han dado de ello.
Axact

Anxius Veritas - Equipo de Redacción

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